¡Vivan las fiestas de los pueblos! Capturas escritas por Saúl N. Amado

Meses donde las calles se llenan de gran algarabía popular. Donde las charangas resuenan en cada rincón de los pueblos. Son meses de alegría y alboroto. Y es que en este tiempo veraniego, las fiestas de los pueblos brillan por su abundancia.

Siempre que se habla de las fiestas de los pueblos –de tu pueblo­–, brota en tu espíritu un no sé qué que recorre tu cuerpo de arriba abajo, de derecha a izquierda. Y es que no es para menos, sabes que esos días son: tus días. Es una fecha que estás deseando de que llegue –y que no acabe– y explote de la mejor manera. Al son de la música, la amistad y la felicidad.

Yo sigo sin saber qué es lo que tiene que tanto gusta y hace atraer a gentes de localidades vecinas. Cada uno viene por un motivo pero todos con un mismo fin: pasarlo bien. Y qué decir de las protagonistas de todo esto… ¡las peñas! Cada una de un color, todas con sus más y sus menos (jeje) y a cuál más popular. Qué sería de las fiestas sin sus queridas peñas…

El caso es que hay algo que no puede faltar en cualquiera de estas fiestas patronales. Sí. Los toros, sus encierros –de calle o de campo–, sus vaquillas… Es el elemento esencial para que las calles rebosen de esplendor y concurrencia. Dejemos de crear polémica en situaciones naturales, limpias y de acuerdo. No busquemos cinco pies al gato y seamos todos partícipes del gran evento: nuestras fiestas.

Los pueblos tienen sus ventajas y sus inconvenientes –como todo–, pero hay algo que siempre me va a producir ese sentimiento que se resume en “un no sé qué, que qué sé yo”.

¡Vivan las fiestas de los pueblos!