Gustavo Toral: “El público sí que valora la labor artesana en la elaboración de nuestros productos”.
La familia Toral lleva participando en la Feria de la Artesanía y el Ajo de Portillo desde sus inicios mostrando, al que se quiera acercar hasta el stand que ubican en las faldas del castillo, la variedad y calidad de lo que producen. Como todos los que fabrican dulces en Portillo se trata de una empresa familiar con una producción limitada pero de excelente calidad.
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La tradición confitera de Productos Toral se remonta a más de 100 años, cuando los bisabuelos de la generación que ahora regenta esta marca iniciaron su andadura en este sector. Desde aquellos primeros “torales” el negocio ha ido pasando de padres a hijos hasta el día de hoy. Gustavo Toral, uno de los que ahora gestionan el horno cree que o las cosas cambian mucho, “o con esta generación acabará la historia de la empresa”.
Actualmente trabajan seis personas en Productos Toral, cuatro de ellos miembros de la familia. Dentro de su catálogo de productos destaca, por ser el emblema de los dulces de Portillo, el mantecado. En Portillo, el mantecado se baña manualmente bien a brocha o bien a cuchillo aunque sea de una u otra forma, la apariencia física no es diferente. Sin embargo, sí que existen diferencias entre los mantecados de Portillo y de otras localidades donde también se elaboran como explica Gustavo. “El mantecado es más suave, la masa es más fina y siempre se baña por las dos caras; hay lugares donde sólo lo hacen por una”. Incluso, aunque de calidad idéntica, se pueden encontrar diferencias de matiz entre los mantecados que producen los diferentes confiteros de la localidad. “Aunque la base es la misma –harina, vino y manteca- cada uno tenemos nuestra técnica y de ahí que se puedan encontrar mínimas variaciones entre unos y otros. Hay quien por ejemplo incorpora un poco de yema de huevo para darle mayor suavidad o algo de aguadiente para darle más sabor”.
Además, de los hornos de esta confitería salen otros dulces típicos y bien conocidos en toda Tierra de Pinares como la ciega, el amargillo, la magdalena, la rosquilla de palo, y varias clases de pastas como las de piñón y las de almendras que son también artesanas. Salvo unos pocos procesos que tiene que ver con la elaboración de las materias primas como el amasado o el batido del baño de los mantecados por ejemplo, el resto de las tareas de producción son manuales. Incluso la colocación de los piños y las almendras en las pastas o el envasado de toda la gama de productos se hacen así.
Los Toral comercializan sus productos a través de distribuidoras que los reparten en tiendas del comercio tradicional de Valladolid y provincia y a alguna gran superficie de la capital. “Aunque tuviéramos más demanda no la podríamos abastecer porque al ser un trabajo artesano y a mano no se da abasto a producir. Lo que la gente tiene que valorar es la cantidad de horas de trabajo que lleva elaborar una caja de uno de nuestros productos. Estamos hablando de algo distinto a lo que se fabrica a máquina.
La valoración de la Feria es muy positiva. “Su principal finalidad –señala Gustavo- es que la gente que se acerque hasta Portillo valore los productos artesanos. En el caso de la confitería, la gente tiene que apreciar que no se trata de una pasta o una galleta normal que se hace de forma industrial sino que estamos hablando de productos elaborados a mano, con productos naturales y con muchas horas de mano de obra invertidas. En nuestro caso creo que la gente sí que valora el valor añadido que nuestros productos tienen por ser artesanales y aunque también nos gusta vender en la propia feria, el objetivo de que la gente sea consciente del valor artesanal del producto, sí que se consigue. Además, sí que tenemos retorno pues hemos conseguido clientes gracias a nuestra presencia en las diferentes ediciones de la Feria. Todo lo que sirva para promocionar nuestros productos, bien sea a través de esta feria o como se lleva haciendo en los dos últimos años en INTUR hay que considerarlo como muy positivo”.