La manipulación antitaurina llega hasta nuestras costas. Por Juan J. Villalba
Con este artículo no se trata de esgrimir argumentos a favor o en contra de la celebración del Toro de la Vega sino denunciar el comportamiento de aquellos colectivos, como los antitaurinos, que utilizan cualquier estrategia, por ridícula y sucia que pueda parecer, con tal de conseguir el fin que persiguen.
Desde que uno tiene uso de razón ha escuchado un sinfín de leyendas urbanas: que si Marilyn Manson es el niño con gafas de Aquellos maravillosos años, que si Gene Simmons, bajista del grupo Kiss, se cortó el frenillo de la lengua en un concierto y por eso la tiene tan larga o que si Ricky Martin pilló a una niña haciendo no sé qué con un perro mientras estaba metido en un armario. Hace unos días, y relacionado con la celebración del Toro de la Vega, escuché otra que decía que el año pasado los animalistas congregados en Tordesillas se habían pegado entre ellos para luego ir a la Guardia Civil con falsas denuncias de agresiones de los protaurinos. La prudencia hace que uno se tome esas cosas con ciertas reservas y crea que, a diferencia de lo que escribiera Maquiavelo, el fin no justifica los medios. Pero después de lo visto ayer, uno ya no sabe que pensar e igual hay algo de verdad.
Con este artículo no trato de esgrimir argumentos a favor o en contra de la celebración del Toro de la Vega sino denunciar el comportamiento de aquellos colectivos, como los antitaurinos, que utilizan cualquier estrategia, por ridícula y sucia que pueda parecer, con tal de conseguir el fin que persiguen y que en este caso que ocupa es la supresión del festejo. La mucha o poca razón que tengáis pierde fuerza con ciertas actuaciones.
En la impresentable retrasmisión que desde mi punto de vista realizó el programa Espejo Público de Antena 3 del festejo, que es la que yo vi, los contertulios, encabezados por la moderadora del debate, Susana Griso, se llevaban las manos a la cabeza cuando el enviado de la cadena entrevistaba a un grupo de antis y éstos denunciaban que se había soltado a Rompesuelas con ellos dentro del recorrido. Ante estas afirmaciones habría que preguntarles en primer lugar, ¿qué coños hacían en Tordesillas provocando? ¿No les bastó con acudir a la manifestación de Madrid del fin de semana que tuvieron que ir a casa del ‘enemigo’ a tocarle las narices en un festejo que para bien o para mal es absolutamente legal? Ayer hablaba con personas que se declaran manifiestamente antitaurinas, que habían estado en la manifestación de Sol y que no compartían el que desde estos colectivos se vaya al pueblo a provocar y a armar gresca. En segundo lugar, habría que haber preguntado a estos muchachos si no sabían que a las once empezaba el festejo y si no se lanzó una bomba para avisar de la salida del morlaco. Tiempo tuvieron de resguardarse como hemos hecho los demás cuando hemos acudido allí. Pues estas preguntas no se las plantearon los ‘objetivos tertulianos’. Más al contrario echaban leña al fuego censurando la actuación del alcalde y de la Guardia Civil por haber permitido que Rompesuelas saliera de chiqueros. La última que escuché de los antitaurinos fue que desde las talanqueras no se les había dejado saltar al otro lado cuando el toro se aproximaba. Quien ha ido a este festejo sabe lo difícil que es, ante tanta masificación, encontrar un hueco donde poder resguardarse cuando el toro aprieta. Desde el otro bando se dice que fueron varios los mozos que a cuerpo limpio citaron al toro para que no se aproximara a las talanqueras y siguiera su recorrido hasta campo abierto. Como los tertulianos seguían llevándose las manos a la cabeza sin parar ni un minuto a reflexionar y siempre del lado de los animalistas, decidí apagar la tele.
El día continuó con lo que ya todos sabemos: horas y horas de información, más amarilla que blanca, sobre el festejo buscando el lado más mediático con tal de acaparar la audiencia de un espectador que busca la carnaza y el morbo.
En esta línea de manipulaciones esta mañana he visto una imagen que me reafirma en el convencimiento de que los muchos antitaurinos no tienen ni moral –aunque se declaren abanderados de ella y mucho menos escrúpulos-. En la foto, tuiteada el 13 de septiembre por una tal Azahara Luque a la que no tengo el gusto de conocer, se podía ver como desde un coche plagado de gente una persona clavaba una garrocha a un toro que salía huyendo al sentir el picotazo. En su tweet la desinformada y malintencionada Azahara escribía: “Esto es el #TORODELAVEGA en #Tordesillas #crueldad”. Resulta que la imagen no pertenece a ningún Toro de la Vega, ni siquiera a Tordesillas. La imagen pertenece a un encierro cualquiera de los que se celebra en La Pedraja de Portillo y lo que el grupo de personas está haciendo no es alancear al animal con un arpón para dañarlo y mucho menos matarlo sino aplicándole anestesia con una jeringa especial, como se hace en cientos y cientos de festejos, para capturarlo y devolverlo, vivito y coleando, a los toriles. Así que cuando queráis manipular al menos documentaros.
Mención aparte tiene la hipocresía que desde mi punto de vista muestran estos colectivos. ¿Por qué sólo vemos estas manifestaciones en espectáculos tan mediáticos como el Toro de la Vega o ahora en relación a la utilización de animales en circos? ¿Por qué no os encadenáis a los laboratorios que usan a miles de animales para la investigación de los fármacos? ¿Qué pasa con los derechos de liebres, perdices y codornices que son ostigadas por perros y cazadores los fríos domingos de invierno? ¿Por qué tiene más derechos un toro que una liebre o una rata de laboratorio? ¿Acaso los derechos de un animal son mayores en función de su tamaño y de que el espectáculo sea público o privado? ¿Qué será lo próximo? ¿Quizás asaltar las casas donde todavía se realiza la matanza del cerdo al estilo tradicional o quizás denunciar a aquellas personas que dan la colleja de la muerte a un conejo antes de sangrarle o desollarle?
A ver si alguien se anima y contesta. A pasarlo bien, maj@s.