Un punto de inflexión
Las elecciones al Parlamento Europeo del pasado día 25 han supuesto un serio aviso a los dos grandes partidos. El PP ha ganado, por ser el partido más votado, lo cual tiene su mérito a la vista de la terrible crisis económica que ha tenido que gestionar. Pero aún así su victoria es amarga, pues ha dejado en el camino una gran parte del apoyo electoral con el que antes contaba. ¿Qué ha pasado para llegar a esto?
Teodoro Sanz Rivas, concejal del PP en el Ayto. de Codorniz (Segovia)
No hemos sabido desde el principio trasladar a la opinión pública: la enorme gravedad de la crisis; la necesidad absoluta de las medidas tomadas, la falta de alternativa a esas medidas, la independencia de gobierno económico mantenida consiguiendo no ser intervenidos por la Comisión; la corrección de la destrucción del empleo, y su posterior parada y estabilización económica; el beneficio de las medidas para mantener abiertas las empresas y los servicios públicos; el privilegio que se ha mantenido del empleo público, pese al enorme y disparatado gasto; y el mantenimiento del Estado de Bienestar con sus servicios funcionando. Todo esto estaba en un serio peligro, todo esto se ha salvado; pero nada de esto se ha publicitado lo suficiente. Los mismos que tenían garantizado su puesto y su servicio público fueron movilizados contra un Gobierno que luchaba para mantener el Estado de Bienestar. Y a eso no se le dio una respuesta de explicación sobre la necesidad de las medidas adoptadas, y la supervivencia del Estado de Bienestar para todos. Cualquier “ recorte” se concibe como una violación de un derecho , no como una medida coyuntural que ayudará a salvar y mantener los servicios públicos básicos.
Y en este clima de falta de explicaciones, de movilizaciones sin respuesta contra el Gobierno, se celebran las Elecciones al Parlamento Europeo. Y más de lo mismo: no se toma la iniciativa, y al final durante días y días la campaña electoral gira entorno a una anécdota personal, nada que se refiera a los importantísimos asuntos que se deciden en Europa y afectan de lleno a la vida de los ciudadanos españoles. Se buscó por parte de nuestros adversarios la confrontación en asuntos internos; y no se estuvo al quite, y no se llegó a hacer visible la importancia de los programas respecto a los problemas que se resuelven en el Parlamento Europeo. Que tenemos el mejor candidato no cabe duda, como ahora tenemos la mejor Ministra de Agricultura, en igualdad de preparación como nuestra queridísima Loyola de Palacio, ambos necesarios para las duras negociaciones en materia de política agraria común, y de la pesca.
Lo que no se hizo a tiempo, habrá que hacerlo ahora, sin pausa alguna. Explicación de la oportunidad y bondad de las medidas de gobierno; explicación, una y mil veces, del mantenimiento del Estado de Bienestar; explicación una y mil veces de los avances en afiliación a la Seguridad Social y empleo; explicación una y mil veces de que no hay privatización ni de la Educación ni de la Sanidad públicas mientras los ciudadanos no paguen una factura a una empresa privada, es decir, hacer frente con contundencia a la demagogia de quienes pretenden hacer creer a los ciudadanos que estamos en un Estado ultraliberal. Nada más lejos de la realidad: seguimos protegiendo a nuestros conciudadanos mayores, a nuestros conciudadanos enfermos, a nuestros conciudadanos estudiantes, a nuestros conciudadanos trabajadores; no tanto como quisiéramos, porque los medios económicos, por definición, son limitados, pero ahí seguimos. Pese a la crisis, España no ha naufragado, porque ha tenido un Gobierno responsable que ha dirigido el sacrificio colectivo en pro del bien común. A otros países de la UE no les ha ido igual, han sido intervenidos, y sus medidas han sido aún más duras que en España. Eso es también una realidad.
Claro que hay esperanza. Pero no basta con saberlo, hay que anunciar la esperanza, hay que justificar con datos la mejoría económica, hay que rebatir el populismo demagógico de quienes pretenden resucitar a estas alturas proyectos sociales experimentados y fracasados. Hay que combatir. Y combatir desde el ejemplo de la integridad personal de los responsables políticos. Cualquier implicado en cualquier causa judicial por corrupción debe ser automáticamente apartado.
El Partido Popular, nuestro partido, el que sostiene al Gobierno de España, el que fue concebido y parido para servir a España, debe aprestarse a un nuevo combate: hacer renacer la ilusión y el orgullo en los españoles.