Sobre el toro de la Vega
¡Ya estoy harto! Siempre estamos igual con el Toro de la Vega. Lo único en que se diferencia este torneo año a año es en que las agresiones, tanto físicas como verbales, por parte de los antitaurinos, son mayores y peligrosas.
Saúl N. Amado
No cabe en ninguna cabeza ver titulares en la prensa o en la televisión que dicen: “El Toro de la Vega se salda con cuatro heridos por asta de toro y una por una pedrada (La Voz de Galicia)” ¿En qué cabeza cabe? Será en alguna muy grande, porque en la mía, desde luego, no.
Que un centenar de personas lleguen a Tordesillas para protestar contra la celebración del torneo…bueno, puede pasar. Están en su derecho de protestar pacíficamente, repito por si las moscas, pacíficamente. No comparto sus ideas pero las respeto como buen ciudadano y ser humano con sentido común, que en muchos casos, por desgracia, es el menos común de los sentidos. Hasta ahí todo bien, pero de ahí a que intenten impedir la celebración formando una cadena humana (que es lo más “pacífico” que hicieron), retrasar el festejo varios minutos ante el asombro de todos los congregados, esposarse al Puente de Tordesillas por donde transcurre el Toro de la Vega, prender fuego a las inmediaciones y ya, el colmo de los colmos, tirar piedras a todos los jóvenes y mayores congregados en Tordesillas para presenciar el torneo y pasar una bonita mañana.
La cosa es muy sencilla y se puede hacer si tienes un poco de lo que hay que tener: a mí no me gusta la ópera, pero respeto e incluso admiro a todos los que van, me parece gente muy inteligente. Pero en ningún momento se me ocurriría ir a un teatro a boicotearlo solo por el mero hecho de que no me gusta ese evento.
Quieren inculcar sus ideas por medio de la violencia y eso ni es ético, ni legal, ni respetable. Es más, viendo cómo actúan los antitaurinos, todos sus argumentos pierden la credibilidad.
Espero que algún día podamos disfrutar del torneo del Toro de la Vega como de verdad hay que hacerlo… cada uno que sueñe lo que quiera.
Sabina dijo que no vayan a los toros si no quieren pero dejen de tocarnos los cojones. Y la verdad, es que no le falta razón.
Así que ya sabéis, a aplicarse el cuento y a disfrutar.