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COOPERANTUR HUMANUN EST… O COOPERAMOS, LUEGO TAL VEZ EXISTIREMOS

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En la repetición está el síntoma que nos acorrala, otra vez a redundar en lo indeseado. La potencialidad abre camino a la voluntad de cambio.  Entonces, ¿qué hacemos?, ¿cómo?, ¿de qué modo? Las preguntas se repiten en un nuevo contexto y con causas similares. Llegó la hora de cooperar con inteligencia política ante el retorno de políticas que ya han producido explosiones sociales y degradaciones ambientales en todo el mundo

Hugo Busso[1]

En sentido humano, cooperar es actuar libremente, más allá de la mera sobrevivencia, de las imposiciones del trabajo y la reproducción biológica. Es compartir, colaborar y converger en una tarea, repartiendo los frutos en común desde el principio de justicia, que tiene a la igualdad en el centro de gravedad, distribuidos según el esfuerzo y el aporte de cada uno. El humano no nace cooperativo, deviene, se hace, se construye. Los comportamientos se copian y las conductas se reproducen, en el sentido instituido por cada cultura. Los humanos compartimos el saber, a veces el aprender. Cooperar en nuestra perspectiva es más que el colaborar, porque puede ser una inteligencia colectiva con finalidad infinita. El hombre es un animal cooperativo, y la actividad es el aprender para vivir compartiendo, dentro de y con la comunidad. El resto es comentario a pie de página. La libertad tiene sentido y es la estrella que guía en tanto la cooperación resuelva los temas fundamentales de alimentación y seguridad. La fusión de igualdad y libertad, la égaliberté como propuso Étienne Balibar, son los dos principios que la democracia debe llevar a su máximo potencial e intensidad. Paradoja y contradicción que es el motor de la política y tiene a la cooperación como cemento que concretiza lo mejor y lo más conveniente de vivir juntos.

La vida buena tiene algunos requerimientos, uno posible pero no obligatorio es la inteligencia en común. Hacemos una inteligencia colectiva o mente maestra, en general, sin que lo sepamos ni asumamos. Es un hecho histórico, basta ver tanto el patrimonio arquitectónico tanto como las grandes obras artísticas y científicas. El conocimiento es siempre colectivo y cooperativo. La colaboración incide en la organización, pero la cooperación es también colaboración y le suma potencialmente la creatividad: podemos devenir coo- creativos (cooperantes y creativos), donde la individualidad se ve contenida, desfasada e idealmente aumentada si hay sinergia sincrónica y cooperativa.

¿POR QUÉ O POR CUÁL BENEFICIO COOPERAMOS?

Esta la pregunta requiere una respuesta consciente, nos interpela en lo más profundo de nuestros principios civilizatorios, en el corazón de nuestra cultura y en nuestros valores éticos-morales que nos sostienen como individuos y sujetos, artífices de nuestro destino.

Egoísmo, corrupción, “presentismo” son obstáculos para los nuevos desafíos a superar, en un planeta que se recalienta, en el actual periodo de la tercera revolución industrial y el Antropoceno (¿irreversible?) que genera la sexta extinción de las especies. Un ejemplo de los beneficios de la cooperación podemos buscarlos en lo que nos llena de orgullo a los sapiens. Decodificar el genoma humano -cuyos resultados se hicieron públicos en el 2001 y se terminó en el 2003-, tuvo a la especie humana como descifrador, fue el conocimiento y la inteligencia colectiva a gran escala que posibilitó este avance, como todos los grandes descubrimientos e innovaciones. Este es el modelo de la ciencia y de una sociedad abierta, que podrán dar respuestas a los desafíos complejos. Es la armadura flexible no encorsetada en el mercantilismo obtuso de un valor fetichizado, sino abierta al devenir potencialmente infinito y libre de la especie humana.

Comunicar, colaborar, cooperar hacen sinergia entre sí y a la vez, se distinguen. Para cooperar es necesario comunicar, y mucho. Pero colaborar no agota la cooperación, sino que es una faceta egocéntrica que no ha hecho consciente hasta el momento el campo global o sistema total y las sutilezas de sus implicancias interdependientes. Cooperar es, análogamente, el salto cuántico de un electrón a otra órbita para la que aparentemente no estaba previsto, y por esto puede escapar deliberadamente de un encierro asfixiante a esa sola y única dimensión, o mundo predeterminado. Hay que salirse y dejar de alimentar el mundo depredador y egoísta que no deseamos. Y decidir asumir en vida, con determinación y perseverancia nuestro propósito y misión, es decir dar el salto hacia el mundo que anhelamos, aquí y ahora. No hay opción como sugirió Gandhi, no hay camino hacia la paz, la paz es el camino….

La prosperidad y la potencialidad humana se manifiestan y se manifestaron gracias a la cooperación, con sus instituciones formales e informales útiles y eficaces para la acción conjunta. A diferencia de las otras especies de mamíferos, somos una especie que podemos cambiar, en ciertos sentidos, nuestras reglas de juego social, alterar nuestra reacción y así cambiar nuestras instituciones (públicas, asociativas y empresariales) que nos hacen más fuertes, o nos debilitan escandalosamente. Ejemplos hay para los dos lados. La elección del sentido – valórico, político y metafísico- se impone a cada individuo y colectivo autoorganizado en identidades y unidades de gestión cultural, territorial, política y económica.

¿COOPERAR ES UN SACRIFICIO?

Cooperar puede ser un sacrifico calculado, un acto altruista y una mezcla de los dos primeros de modo solidario y compasivo. Ninguna elección ni decisión es desinteresada, neutra de perspectivas a priori, de preferencias inmanentes y consecuencias inciertas que trascienden las intenciones a futuro. El homo oeconomicus como ficción religiosa y literaria del liberalismo es, como ya lo han propuesto los más lúcidos pensadores e investigadores de la filosofía, las ciencias sociales y la psicología neurocognitiva y psicoanalítica[2] una ficción pobre heurísticamente, inexacta en el campo lógica y matemáticamente limitante. Por ende, insostenible para pensar la complejidad actual de nuestras sociedades. Lo útil y lo eficaz de cooperar sobrepasa el egoísmo capitalista, el individualismo liberal democrático y la homogenización estalinista. Solo queda experimentar, ensayar, crear y corregir sin descuidar lo común, lo que nos pertenece no como individuos de pequeño grupo, sino que a los que han vivido, viven y vivirán. Por esto hay que desligarse de la tiranía del presente, de la urgencia de la inmediatez depredadora del consumo y de la banalidad de una vida sin futuro, amnésica de su pasado.

¿COOPERAR O COMPETIR?

Cooperar y competir pueden no ser antónimos El verdadero opuesto de es la secesión. Tanto el mercado de transacciones de productos humanos como en la biodiversidad, las estrategias competitivas extremamente individualistas están destinadas al fracaso, o a la catástrofe en mediano y largo plazo. Ecología y cooperación son un ejemplo de lo que hay que unir y no separar. Si incluimos la ética de la responsabilidad en nuestra praxis vital, entonces se comprendería mejor que conceptualmente deben ir juntas. Sugiero pensar siempre con una doble “o” como en cooperar, para influir en ecología y creatividad: Ecoocreatividad y Coocreatividad. Como adjetivos, pueden hacer la trinidad con el verbo cooperar, sustantivando la interacción sistémica e inescindible entre los tres.

Tres cuestiones claves y urgentes para terminar: el imaginario de la cooperación, la ecología y sociedad son los pilares para proyectarse, pensar, planificar y debatir con prospectiva la transición ecológica-técnica de nuestras comunidades y territorios. ¿Hay alguna idea mejor que cooperar profundamente y sin demora para generar alguna chance a la vida actual y a la que viene? Como no hay respuestas a priori, y el desacuerdo es constitutivo de la política, entonces solo queda experimentar, ensayar y cooperar, el resto se hace con gritos, golpes y torpezas, no siempre involuntarias. Dialogar se impone, sin ocultar los antagonismos y desacuerdos. En este juego lo que podemos esperar es, al menos, instituciones que den las pautas y reglas del juego, que deben tener a la cooperación entre iguales y libres las condiciones de el cambio y la mejora de nuestra calidad de vida en la tierra. La Tierra, el nuevo sujeto político que debemos incluirlo con plenos derechos y que clama cooperación inteligente para superar la barbarie depredadora de un sistema en declive, que derrite el hielo de los polos y hace desaparecer aceleradamente las especies vivientes. Llegó la hora, aunque el tren se haya pasado varios pueblos… 

[1] Profesor en CENTRALE-SUPELEC, Paris, Francia. Dr en Filosofía. Autor de Critica a la modernidad eurocentada, EAE, 2011 y de Las redes tecnológicas como redes sociales, Narvaja editor, 2005.

[2] Pierre Bourdieu, Collin Crouch, Brian Massumi, Z. Bauman, Yves Citton, Dany-Robert Doufour, Jorge Aleman, Anselm Jappe, Jérôme Baschet, Christian Laval,… La lista es demasiado larga, e interesante.   

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