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A vueltas con las «alpacas»

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Me llamó la atención el editorial del domingo pasado de Pueblos y Comarcas  ̶firmado por cierto, por Juan J. Villalba Pinilla, factótum de la publicación ̶  por su elevada vehemencia contra un innominado "ilustrado" que va de "pijo" y "mal pensado" en asuntos filológicos, a propósito de si las pacas de paja se denominan así o "alpacas" de paja. 

José Melchor Martín Bueno

El tono del editorial era algo parecido al de los chistes: "como soy de Bilbao lo escribo como quiero". Aunque a diferencia de los chistes daba algunas razones. Claro que las razones por sí solas, dadas en un tono tan elevado, pierden mucha fuerza, incluso siendo razonables, que no lo eran.

Lo cierto es que el comentario que se puede leer al final del editorial, de la persona que se hace llamar Hierba Buena, nos aclaró y resolvió con brevedad el problema. Pero a mí me gustaría añadir alguna cosa más, y así contribuyo un poquito a que esta iniciativa tan encomiable de Pueblos y Comarcas se mantenga.

Un periódico, se haga en papel o en digital, sirve para informar, ilustrar, opinar, polemizar, enseñar y hasta para comernos el coco ideológicamente. No he oído a ningún periodista  ̶ y mira que los hay malos ̶   decir que un periódico sirva para desinformar, embrutecer, violentar, etc. Cuando se crea un periódico, una de las primeras decisiones que se toman es diseñar el libro de estilo, para que todos aquellos que trabajan en él sepan a qué atenerse cuando escriben. No es otra cosa que concretar los aspectos formales de la redacción.

De modo que si el título de la información sobre la que escribo hubiera sido este: "Arden más de 300 'alpacas' en Aldeamayor de San Martín", hasta los ilustrados más tontos hubieran permanecido impasibles, salvo por el fondo de la propia noticia: ¡qué mala "folla" tiene el que las quemó!

No hay que confundir la lengua (en nuestro caso la castellana), que no tiene dueño, porque no es de nadie; ni tiene señor, porque nadie puede controlarla; con la escritura, que tiene unas reglas precisas.

Cargar contra los ilustrados es como darse cabezazos contra la pared. Dado que en España es obligatoria la educación hasta los dieciséis años, todos somos ilustrados en mayor o menor medida. La "transmisión oral" de la cultura es más residual que otra cosa, pues en la escuela, incluso en Aldeamayor, los maestros nos quitan el pelo de la dehesa enseñándonos a leer, escribir y más cosas. No me puedo imaginar que se pueda crear, dirigir, mantener y desarrollar un periódico como Pueblos y Comarcas siendo un iletrado, sino siendo ilustrado en escritura, informática, fotografía, edición, maquetación, etc. Diría más, para tener un nivel aceptable de ilustración, en los tiempos que corren, no hace falta muchos años de escuela, basta con la curiosidad e internet.

Alegar que uno no es de aquí o de allá, o que viene o va poco, para hurtar la palabra o la opinión, es propio de los nacionalistas recalcitrantes del "derecho a decidir" no sé qué, e impropio de los castellanos, ¿o tal vez somos iguales? Además, resulta claramente contradictorio con un medio que llega mucho más allá de la Tierra de Pinares, pues Pueblos y Comarcas se puede leer en Alaska o en Sidney: vivimos en un mundo interconectado.

Los refranes y consejas son graciosos, como los pareados, pero poco más. Son una especie de guinda, a veces algo pasada y ácida, que, en ocasiones, se pone al pastel; pero que ni añade ni quita nada al sabor original. Lo bueno y lo malo es que ante un sentencioso refrán siempre se encuentra el que dice lo contrario.

No hagamos bueno el decir de Antonio Machado en Campos de Castilla: "Castilla miserable, ayer dominadora, envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora", sino a los castellanos del siglo XVI, que acompañaron en su periplo a Magallanes  ̶ ilustrado en náutica y geográfica ̶ , sin miedo a lo desconocido, que demostraron al mundo con su coraje y su vida que la Tierra no era plana sino redonda.

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