Música para mis ‘orelles’. Capturas escritas por Saúl N. Amado
La música es un buen instrumento para profundizar en nuestro interior. Para muchos, es una forma de vida. Para otros un estorbo que entorpece sus ratos de silencio y relajación. Una compañera de viajes, largos y cortos, dispuesta a seguirte allá donde vayas, donde quiera que estés. No nos imaginamos un mundo sin música… Como tampoco imagino una Cataluña independiente.
Estamos y estoy un poco saturado y empachado de oír hablar –y escribir– sobre el mismo asunto. Un tema desgastado, difuminado y caduco; para muchos motivo de mofa y chanza. Es peor que una gran comilona o banquete, lo coges con un poco de gusto, e incluso morbo por qué no, pero poco a poco, pasito a pasito, bobada tras bobada, te vas saciando. Llega un punto en el que roza la indigestión. Este domingo pasado comimos el postre –un tanto amargo para algunos– y creíamos que con eso se ponía fin a este cuento de nunca acabar… pero no, como si de una butifarra se tratase, el menú repite y repite.
Ahora está en boga eso del derecho de autodeterminación, algo que la ONU solo reserva a los “pueblos y países sujetos a dominación colonial” (Resolución de la Asamblea General de la ONU 1514 (XV) de 1960). Hay algo que sí que es común para todos: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles…”; y esto no es algo que sale de debajo de la manga de Artur Mas, esto es el artículo 2 de la Constitución española.
No me voy a mojar más, estamos a finales de septiembre y empieza a refrescar. Este tema es una pesadez igual que todos ellos. ¡Pesados!
Llegó la hora del día en la que el sol se esconde y los pájaros regresan a sus nidos. Llegó ese momento en el que apetece poner un poco de música para relajar nuestra mente y hacer que todos los pensamientos se disuelvan, o se independicen. Quién sabe.