Viva San Fermín. Capturas escritas por Saúl N. Amado
Un año más…siete de julio. Para muchos este número es el encargado de traer y repartir suerte a diestro y siniestro. Un número que, además de ser el encomendado de portar dicha cualidad, marca una fecha preponderante, afamada y célebre en nuestro almanaque.
Saúl N. Amado
Todos hemos escuchado –e incluso entonado– alguna vez eso que dice: “Uno de enero, dos de febrero… siete de julio San Fermín…”. Llegado este día, Pamplona se viste de rojo y blanco, de multitudes inundando las calles y plazas, se llena de olor a fiesta y buen ambiente. Encierros respaldados y acompañados por más de cien años de vida. Fiestas como esta son las que hacen de España un potencial turístico excepcional, un reclamo de visitantes de toda geografía universal. Ya en 1926 el escritor estadounidense Ernest Hemingway se hacía eco de los Sanfermines en su novela Fiesta.
Me decía Javier, gran amigo y conocedor de estas lides, que la tauromaquia y el mundo del toro son dos ámbitos parejos –y artes, por qué no decirlo – espléndidos y excelentes embajadores de nuestra nación. Y que dentro de esta atmósfera, los Sanfermines son una pieza clave en el puzzle. Y la verdad es que a Javier no le falta razón, un simple “Olé” en el extranjero acerca a cualquier forastero a tierras españolas. Cuidar de estas “embajadas” no es tarea fácil, puesto que ciertos individuos –amantes de las malas lenguas– se empeñan en asaltarlas y ensuciar sus fachadas.
Considero que dichas actuaciones lo único que propician es la pérdida de un beneficio nacional, de una ruptura con nuestro pasado más orgulloso y nuestra tradición más solemne y ejemplar. No hagamos del siete de julio un siete más, un siete acallado en el recuerdo, silenciado porque determinados seguidores de Doña Polémica y Doña Crítica quieran hacer sonar sus voces más alto que cualquier ser ufano y gozoso de sus festividades y de sus tradiciones regionales.
El chupinazo ya ha reventado en el cielo de Pamplona y de toda España. Que la fiesta continúe.