Oscuridad y silencio en el Via Crucis de Viana de Cega

Los tres pasos que procesionan en la localidad lo hicieron bajo el manto de la noche cerrada de la localidad. Dos jóvenes cofrades de la Semana Santa murciana, que se encontraban de vacaciones en la localidad, ayudaron en el traslado de una de las imágenes.

Juan J. Villalba Pinilla

Sólo la voz del párroco Julio de Miguel al declamar un alegato inspirado en cada una de las catorce estaciones y los acordes de las canciones entonadas por quienes participaron de la evocación vianera a la Pasión y Muerte del Redentor rompieron el respetuoso silencio bajo el que se desarrolló en la noche de ayer el Via Crucis de Viana de Cega.

A las nueve de la noche, y cuando el Sol ya se recogía, salían de la Iglesia de la Asunción, que en este 2015 cumple 50 años, las imágenes de un Cristo Crucificado iluminado por velas, un Cristo Yacente dentro de un ataúd  transparente y de una Dolorosa con la vista perdida en buscando en el cielo explicación y consuelo a la pérdida del hijo.

Durante más de una hora, y a medida que la noche se iba cerrando más y más sobre las rúas vianeras y los pasos eran iluminados por la luz de las farola, el nutrido grupo de vecinos, más algún visitante ocasional, que acudió a participar de una de la ceremonias más profundas y emotivas de la tradición cristiana fueron recordando con respeto uno por uno los momentos vividos por el Hijo de Dios desde su salida del pretorio donde Pilatos le juzga hasta su llegada al Calvario y posterior agonía y muerte.

A destacar la emoción manifestada por el sacerdote por la presencia de niños en la procesión. Además, entre el grupo de hombres y mujeres que se encargaron de llevar sobre sus hombros las andas con cada una de las tres imágenes se encontraban dos jóvenes venidos de Murcia a pasar unos días en la localidad y que, cofrades confesos, sustituyeron la procesión de los Salcillos por la de la ribereña localidad del Cega.