LA EMPALIZADA DE MONTEMAYOR, A UN PASO DE SER DECLARADA BIEN DE INTERÉS CULTURAL
Miguel del Río Cristóbal
La Consejería de Cultura y Turismo, a través de la Dirección General de Patrimonio Cultural, ha iniciado el procedimiento para la aprobación definitiva de la Declaración de Bien de Interés Cultural de La Función de la Cruz y Plaza de Toros de la Empalizada, en Montemayor de Pililla (Valladolid). Este proceso, promovido y sufragado por la Asociación Cultural Taurina ‘La Empalizada’ desde 2013 fue resuelto por la Consejería el pasado 16 de enero, aunque su publicación en el BOCyL fue en el día de ayer.
Desde la Asociación Cultural Taurina La Empalizada, su secretario, Raúl Redondo, se mostraba “muy contento por aportar este proyecto, que lleva el trabajo de grandes expertos, al pueblo de Montemayor con la tranquilidad de que su tradición estará protegida”. Desde la asociación enfatizan que “creemos en el proyecto y es muy importante como recurso activo, tanto turístico como cultural”. La documentación aportada a la Junta de Catilla y León consta de informes técnicos, archivos históricos, testimonios, cartas de apoyo de clubes taurinos internacionales y nacionales e incluso 5.400 firmas que se recogieron para reseñar el apoyo popular.
Como señala la resolución, la Función de la Cruz y Plaza de Toros de la Empalizada de Montemayor de Pililla (Valladolid), constituyen una relevante y singular manifestación cultural con orígenes en el siglo XVII, que se ha mantenido prácticamente inalterada hasta nuestros días, transmitiéndose de padres a hijos como un patrimonio vivo y seña de identidad de toda una comunidad. Dentro del conjunto de celebraciones religiosas y lúdicas que tienen lugar en esta manifestación cultural, el objeto de la declaración se concreta en el conjunto de actividades taurinas tradicionales que singularizan este hecho cultural; encierros, lidia y capeas y especialmente el recinto taurino que sirve de marco a estas actividades, la Plaza de Toros de la Empalizada. Esta plaza de toros constituye un modelo singular de plaza de toros atalancada; de carácter efímero, se monta y desmonta cada año con la madera de pino de las tierras del común. Su construcción artesanal y su ejecución históricamente solidaria por la propia comunidad, la configuran como un elemento patrimonial de especial relevancia.
La Función propiamente dicha comienza el 13 de septiembre, día en el que se sortean los «entablados»; con anterioridad a esta fecha se realiza la pedida de toros, fiesta tradicional en la que los muchachos piden al alcalde los toros de ese año. Los protagonistas activos de la función son las gentes del lugar que, a través de las peñas, participan activamente en el desarrollo de la fiesta. En Montemayor de Pililla encontramos uno de los últimos restos del modelo de «toros de lugar», en el que la financiación corría a cargo de los vecinos sin que intervinieran los órganos de gobierno más que esporádica y circunstancialmente. Los mozos eran los encargados de planificar, organizar, ejecutar y financiar la función, circunstancia ésta que singulariza y caracteriza estas fiestas. Los toros eran comprados, encerrados, pagados y corridos por los mozos y de la misma forma, la arquitectura efímera necesaria para el desarrollo de la actividad, corría a su cargo.
La singularidad e importancia de la plaza de toros la Empalizada viene dada por su carácter efímero, que surge y desaparece cada año; por su proceso de construcción artesanal con técnicas y soluciones características; por la utilización de unos materiales determinados que provienen del territorio del común y por una ejecución solidaria a la que contribuye la propia comunidad. Son estos valores los que determinan su declaración como bien de interés cultural inmaterial y, en consecuencia, la salvaguarda de la Función y en concreto de la plaza de toros la Empalizada, viene determinada por la preservación de su espíritu así como el mantenimiento del modelo y modo de construcción de la plaza. Es el aprecio colectivo de esta comunidad, la participación, percepción y valoración por parte de todos los ciudadanos, creadores y recreadores de esta realidad material que ha sido mantenida y conformada a lo largo de su historia, lo que ha convertido la Función, en un bien representativo de su propia identidad cultural, que por su autenticidad e integridad merecen la máxima consideración.