Finalizaron las fiestas de La Pedraja con una última jornada deslucida por el clima
La tormenta que se produjo en torno a las siete de la tarde obligó a suspender el festejo de rejones que estaba previsto a esa hora. Por la mañana se celebró un encierro en el que ninguno de los tres toros entró al recorrido del encierro urbano y un buey permaneció en el campo hasta las cinco de la tarde.
Juan J. Villalba Pinilla
Una sesión de baile a cargo de la Discomóvil ‘Yomi’ puso el punto y final a las actividades de las fiestas de la localidad vallisoletana de La Pedraja de Portillo en la medianoche de ayer domingo. Minutos antes y comandados por los miembros de la peña ‘La Aldaba’ decenas de vecinos recorrieron las calles cantando, cual si se tratase del último día de los sanfermines en Pamplona, el ‘Pobre de mí. En este punto, y como inciso, hay que reseñar que esta peña ha impuesto su pañuelo de honor en estas fiestas al periodista deportivo vallisoletano Manu Carreño.
Al margen de estas actividades que podemos definir complementarias, el grueso del domingo y de unas fiestas que llevan el adjunto el epíteto de ‘taurinas’ lo han conformado los festejos con reses bravas que ayer volvieron a alzarse como protagonistas…aunque sólo a medias.
A las diez de la mañana daba comienzo un encierro por el campo bastante deslavazado de principio a fin. Como nos relataba uno de nuestros directores adjuntos y director del programa ‘Jaca y Eral’ de La Pedraja Radio, Carlos Cerro, del corral campero salieron tres toros arropados por seis mansos que transitaron en paz y armonía hasta la zona de las bodegas. Allí la manada se desperdigó yéndose un toro hasta el pago de ‘El Barral’, otro toro en el cementerio de La Pedraja y otro casi en el término municipal de Aldea de San Miguel. Finalmente cada uno de los astados fue recogido por efectivos municipales y transportados en jaula –cual Don Quijote de regreso a su hogar- hasta los chiqueros de la plaza de toros del municipio. Por su parte, uno de los bueyes terminó metiéndose en una tierra de girasoles que hay en una de las márgenes de la carretera que une la localidad con Aldeamayor de San Martín, y tras tener que recurrir a una bueyada del Raso para sacarlo, a las cinco de la tarde ya no había animales por el campo dándose por finalizado el festejo.
A las siete de la tarde estaba programada una corrida de rejones con reses de ‘El Raso de Portillo’ para el caballero malagueño Martín Férrez. La intensa lluvia que cayó sobre la zona a esa hora hizo que el piso quedara impracticable para que se pudiera desarrollar el festejo con lo que finalmente tuvo que ser suspendida.
Pese a este imponderable, los festejos se han celebrado con absoluta normalidad con el único pero de la falta de puntualidad en su comienzo en algunos de ellos. El comportamiento del ganado ha brindado también diversión a espectadores y participantes y no hay que lamentar cogidas ni heridas de consideración. En este apartado habría que hacerse eco de un percance sufrido por un aficionado –un varón de mediana edad- en el encierro urbano del sábado cuando fue embestido por un buey al subirse a una talanquera. El episodio quedó en una fea caída y poco más. Relativo también al desarrollo de este festejo hay que hacerse eco del juego dado por dos vacas que se resistían a regresar a la plaza y que provocaron momentos de pánico cuando se consiguieron colar la testuz en y parte del cuerpo por la primera de las talanqueras del doble vallado. Hubo algún aficionado que tenía el coche aparcado en la zona que salieron como alma que lleva el diablo en previsión de males mayores.
En cuanto a afluencia de público, las noches de viernes y sábado han sido los momentos de más afluencia con la llegada al pueblo de cantidades ingentes de adolescentes que en más de un caso no han dudado en empalmar la noche con el día.
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