Simancas celebró ayer su día grande
La celebración tuvo un sabor agridulce, ya que a la alegría de la fiesta se unió la despedida del párroco local Don Pedro Antonio Millán Aparicio. En la homilía de la misa, pronunciada por el aldeamayorense Celso Prieto, se hizo una apología del gesto en defensa de la dignidad y libertad de su pueblo y sus mujeres de “las siete mancas”.
Juan J. Villalba Pinilla
Simancas celebró ayer, 8 de septiembre, su fiesta principal en honor a la Virgen del Arrabal. El día arrancó con el lanzamiento de cohetes y siguió con la música de los pasacalles interpretados por el grupo de dulzaineros ‘Alameda’. El estruendo de los primeros y los acordes de los segundos fueron el preámbulo a la Misa Solemne que en honor a la patrona de la localidad se celebraría en la explanada frente a la Ermita dedicada a esta advocación mariana, situada en la parte baja del pueblo más cercana al puente del río Pisuerga. Se trata de un edificio muy remozado y bien conservado. A la celebración eucarística, a la que asistieron cientos de fieles devotos de la localidad, acudió la corporación local con su alcalde, Alberto Plaza, a la cabeza así como las siete mozas que este año han sido elegidas como doncellas.
La ceremonia, como también sucediera el domingo en Compasco en Aldeamayor de San Martín, tuvo un sabor agridulce, ya que a la alegría de la fiesta se unía la despedida del párroco local Don Pedro Antonio Millán Aparicio.
La homilía de la fiesta la realizó el Padre Celso Prieto, fraile carmelita nacido en Aldeamayor de San Martín y que regenta la parroquia de Nuestra Señora del Henar de Valladolid. En ella se centró en primer lugar en el sentido de estas fiestas estacionales que las de septiembre coincide con la acción de gracias por las cosechas, citando las numerosas ermitas que alrededor de esta Fiesta de la Natividad celebra sus fiestas citando las más cercanas: La Virgen de la Peña de Tordesillas, El Villar de Laguna, la Soterraña de Olmedo, Santa María la Mayor de Portillo y, como no, Compasco en Aldeamayor o el Henar en Cuéllar. Citando la presencia de ermitas en esta franja de la Extremadura castellana como identidad de esos siglos difíciles del final del primer milenio y comienzo del Segundo.
Refiriéndose a la figura de la Virgen hizo alusión al Evangelio del día, el de la genealogía de Jesucristo, haciendo observar cómo entre los cuarenta nombres de hombres aparecen también los nombres de cinco mujeres. Todas ellas representando el valor y el coraje en defensa de su pueblo.
Finalmente, y ya que se hallaban delante del altar siete jóvenes vestidas de doncellas en recuerdo de “las siete mancas” de los tiempos de la Jura del Rey Ramiro, exaltó los valores de este gesto en defensa de la dignidad y libertad de su pueblo y sus mujeres.
Los coros de música de Simancas y de la Parroquia amenizaron la ceremonia disfrutando de la música y del tiempo tan apacible en la generosa sombra de la plaza de la ermita.
Al final de la celebración el Señor Alcalde de Simancas, Don Alberto Plaza Martín, como representante del pueblo dirigió unas palabras de agradecimiento a Don Pedro Antonio por sus largos 21 años de dedicación pastoral a la Villa simanquina, entregándole una preciosa cerámica con el monumento más representativo de la Villa, el archivo de Simancas.
La celebración acabó en la Plaza Mayor donde todo el pueblo pudo disfrutar de perronillas y limonada a discreción.