Febrero, el mes de Don Carnal
Febrero es el mes del carnaval. Muchas ciudades se visten de gala para organizar su fiesta más divertida y populares donde miles de personas se lanzan a la calle con su mejor disfraz para disfrutar de varios días de baile, música y placer.
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Prohibidas durante varios años, los momentos políticos más severos persiguieron a aquellos que lucharon por mantener viva la llama de estas celebraciones previas a la Semana Santa y pese a las continuas persecuciones lideradas por la iglesia católica, lograron mantenerlas presentes hasta la actualidad donde son reconocidas en todo el mundo. En España, uno de los más importantes son los de Canarias. En especial el de Santa Cruz de Tenerife que se ha convertido, con el paso de los años, en toda una referencia a nivel mundial, gracias principalmente a su espectacular Gala de la Reina Adulta donde más de una decena de aspirantes desfilan con sus voluptuosos trajes de varias toneladas de peso, cubiertos de seda, joyas y plumas, y que tienen que desplazar con la ayuda de una plataforma móvil con ruedas. Durante dos fines de semana las calles se llenan de cientos de miles de personas que llegan desde todas las partes del mundo para mostrar sus creatividades en forma de disfraces.
También resaltan los de Las Palmas de Gran Canaria donde en los últimos años han logrado una especial importancia gracias a su gala internacional Drag Queen con una espectacular coreografía y despampanantes diseños. Los Carnavales del Puerto de La Cruz (Tenerife), y Maspalomas (Gran Canaria), han adquirido una notable relevancia internacional especialmente en países como Alemania o Inglaterra desde donde acuden cientos de turistas a vivirlo in situ. No pueden faltar los carnavales de Cádiz, especialmente representados por sus comparsas, coros y chirigotas. Que con sus ingeniosas letras repletas de ácida crítica son cantadas en un tono humorístico. Todas han sido reconocidas como Fiestas de interés Turístico Internacional.
Aún existiendo otros carnavales alternativos en Europa, el Carnaval de Venecia es una de las fiestas más populares y reconocidas. Fue en el siglo XVIII cuando logró su máximo apogeo y en él participaban viajeros y personalidades de la alta sociedad de todos los países. También pasó por una corta etapa de prohibición durante la etapa napoleónica por temor a que se generaran conspiraciones contra el emperador. A partir de 1979 recuperó todo su esplendor y aún se mantiene esa idiosincrasia que lo caracteriza por las miles de personas que, disfrazados con trajes repletos de color y brillo (al más puro estilo del siglo XVII veneciano), se esconden tras una intrigante máscara que cubre su rostro dejando a la imaginación del resto quién estará tras de ella. La música y los bailes clásicos completan un programa de varios días donde la ciudad italiana hace una parada en su ajetreo diario para vivir su fiesta más apasionada y glamurosa del año.
Por otro lado, también hay carnavales alternativos en España como el de Navarra (principalmente el de Alsasua que se ha mantenido fiel a las tradiciones pese a las enormes trabas gubernamentales impuestas por el catolicismo que definían estas fiestas como sacrílegas), el carnaval de Isla Cristina (toda una manifestación festiva popular, espontánea y arraigada en la localidad mantienen su tradición teatral al igual que cádiz), el de Águilas en Murcia (cuyos orígenes se remontan al primer tercio del siglo XIX y donde es tradicional que entre los asistentes se lancen cáscaras de huevo vacías rellenas de confetis), declarada como Fiesta de Interés Turístico Nacional en el año 97 e internacional desde finales del pasado año. Tarragona, Almiruete (Guadalajara), Herencia (Ciudad Real) o en Solsona (Lérida), son también otros ejemplos de fiestas alternativas que se celebran en vísperas de cuaresma en todo el territorio nacional.