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Arrabal de Portillo vivió ayer una nueva jornada de Subasta del Cabildo y traslado del cuadro de Santísimo

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La localidad vivió un nuevo Domingo de la Entrega con una masiva afluencia de vecinos que animados por el magnífico clima participaron de los dos eventos. Juan Carlos Alonso tomó la vara de mayordomo de la Cofradía Sacramental y de las Ánimas de Arrabal de manos de Isidoro Fernández en una ceremonia muy emotiva.

Angel García 'Fulero' en un momento de la subasta.

Juan J. Villalba Pinilla

Pasadas las seis de la tarde de ayer domingo, y cuando poco a poco se iba agolpando un buen número de vecinos en el interior y los aledaños de la ermita del Ecce Homo de Arrabal de Portillo, la voz de Ángel García ‘Fulero’, que durante casi 40 años lleva dirigiendo este evento, iniciaba la tradicional Subasta del Cabildo y comenzaba a cantar las pujasde los diversos artículos –vasijas de barro, botellas de vino, paquetes de azúcar e incluso una silla de mimbre- donados para la ocasión en su mayor parte por vecinos y empresas de la localidad.

Algunos cofrades o familiares de los mismos se encargaban de repartir entre la concurrencia no pocos vasos de vino blanco y no menos platos de chorizo y queso con los que engañar al estómago, que la subasta se alargaba y la hora de la merienda rondaba. Como suele ser habitual en esta fecha, los cofrades pasaron a rendir cuentas, pagar la papeleta y a recoger su panecillo.

Casi tres horas de subasta después, y pasadas las nueve de la noche, sonaron los primeros acordes de la dulzaina y el redoblante y dirigida por el guión de la Cofradía Sacramental y de las Ánimas de Arrabal de Portillo arrancaba la procesión con la que se trasladaba el cuadro del Santísimo del domicilio del mayordomo saliente, Isidoro Fernández, al del entrante, Juan Carlos Alonso. Se da la circunstancia de que ambas residencias están sitas en la misma calle y escasos metros la una de la otra por lo que en vez de utilizar la línea recta como camino más corto se usó un recorrido alternativo por varias calles aledañas. Como la tradición manda, sendas enramadas esperaban en las entradas de los dos edificios a que unos salieran y otros entraran para ser derribadas por los más pequeños. Y como suele ser habitual, a alguno de los presentes le rozaron el cogote las ramas al caer dada la impaciencia de los benjamines por tirar las estructuras de hojas de chopo.

Momentos de mucha emoción, con lágrimas incluidas, se vivieron en la primera de las paradas, la de Fernández, cuando el párroco local, José Manuel Caballero, finalizó la Adoración Eucarística con la sucesión de Padre Nuestros, Ave Marías y Glorias salpicados por el ‘Viva Jesús Sacramentado, viva y de todos sea amado’, y el mayordomo saliente agradeció en su nombre y en el de su familia el honor de haber tenido el cuadro del Santísimo durante todo un año en su casa así como el trato dispensado por los cofrades. Acto seguido cedió la vara de mayordomo al entrante.

La procesión, que estuvo acompañada desde el principio hasta su fin por el sonido de las jotas y por las danzas de dos grupos femeninos, uno sénior y otro infantil de reciente creación, finalizaba cuando el reloj marcaba las diez de la noche, momento en que el cuadro del Santísimo era depositado en el domicilio de Alonso. Caballero bendecía la vivienda y pronunciaba nuevas oraciones y se invitaba al pueblo a unas pastas portillanas y a un buen vaso de limonada.

Historia de la cofradía

Tal y como se recoge en el tomo XXIII de la Revista de dialectología y tradiciones populares, editada el Instituto Miguel de Cervantes en 1967 y que se hace eco de un ensayo de Carmen Muñoz Renedo, “la cofradía tuvo su comienzo en un acto de desagravio al Señor, por un robo sacrílego”. La historia de este supuesto robo está recogida en la inscripción en un retablo de madera que narra el “milagroso hecho que dio origen a la Cofradía Sacramental y de Ánimas y a la ermita del Corpus Christi, en donde se veneró el Cristo de las Injurias, hasta que por las averías que ésta sufrió por efectos de la humedad, se trasladó a la ermita del Ecce Homo en donde se venera actualmente”. Según se indica a continuación, la tabla en que está grabado el hecho milagroso ha permanecido siempre colocada al pie del ya mencionado Cristo.

A continuación se pasa a transcribir  textualmente la versión que aporta la autora la inscripción de la tabla:

“En el rigor del invierno una noche que había nevado, un hombre entró en la Iglesia de Arrabal de Portillo, abrió la Custodia y hurtó el Copón con las Formas y, a distancia de un tiro de bala, echó las Formas en el arroyo que pasa por dicho Arrabal y, procurando huir, no pudo pasar de junto a un peral que había inmediato, y pasando un arriero con su recua oyó cantar las ranas con mucho ruido y causando admiración por ser el tiempo tan contrario. Se arrimó al arroyo y vio en el agua las Formas y alrededor un cerco de ranas que no dejaban de cantar. Dio parte a la justicia y al cura de dicho Arrabal. Se prendió al ladrón y, con toda reverencia, se recogieron dichas Formas y volvieron a la Iglesia. En dicho sitio se edificó una ermita con el nombre de Corpus Christi y en el se venera la imagen del Bendito Cristo de las Injurias. Se renovó año M D . . . [Aclara la autora del artículo que "Sigue algo ilegible por faltar la madera de esas letras"]”.

No se sabe a ciencia cierta la fecha de la creación de la Cofradía, ni la del año en que sucedió este hecho milagroso, pero se supone que ésta nació como consecuencia del sacrilegio. En la iglesia parroquial de Arrabal de Portillo existe un cuadro manuscrito alusivo al cuarto centenario de la erección canónica de la Cofradía Sacramental y de Ánimas con fechas 12 y 13 de junio de 1920. Lo cual hace pensar que la Hermandad nació en 1520.

Algo de la historia de la Cofradía se puede deducir de sus libros empastados en pergamino y en los que se ve claramente que las normas que regían en 1799 son las que rigen en la actualidad. A través de dichos libros también se pueden advertir las fluctuaciones económicas por las que ha pasado la Cofradía, que ha estado algunas veces boyante y otras en gran penuria.

Además del mayordomo, en el cabildo, celebrado en la casa de éste el 25 de abril, día de San Marcos, se eligen otros dignatarios, llamados 'oficiales', uno de los cuales asume las funciones de secretario y tiene, entre sus obligaciones, la de guardar en su casa las escrituras y libros de la Cofradía. También se designaba anteriormente a un 'casero' que era el cofrade encargado de cuidar de la ermita del Corpus Christi y de todos los enseres de la Cofradía. En esta misma reunión se inscribían los danzantes.

Una de las fiestas que celebra la cofradía es el domingo de ánimas que, como ya se dijo, es el domingo siguiente al jueves de Corpus, pues el jueves se hace la celebración en Portillo. El domingo siguiente al de ánimas se cambia de mayordomo. En este día se saca el cuadro en procesión tan solemne como la anterior. El segundo domingo de noviembre tiene la cofradía el derecho de tocar las campanas hasta la media noche por los hermanos difuntos. Antiguamente se tocaban toda la noche. Es tradición que los que se encargan de este menester roben al cura las palomas con las que hacen una merienda al martes siguiente. El lunes de dicha semana hay un solemne funeral por los cofrades difuntos. También interviene la Cofradía en las procesiones de jueves y viernes santo. El lunes de pascua se designa como 'lunes de empanadas', ya que tal día se celebra una misa en la ermita de Corpus Christi en sufragio de los cofrades difuntos y se va de merienda al campo.

A lo largo del artículo de doña Carmen Muñoz Renedo podemos encontrar muchos rasgos de tradiciones en que campea lo ingenuo y pintoresco de las celebraciones religiosas de España, el preponderante sentimiento religioso del pueblo peninsular y su sentido humorístico y expansivo que se refleja en danzas, música, meriendas y diversiones.

El hecho de que la festividad del Corpus Christi ya no se celebre en jueves, sino que se haya pasado al domingo siguiente, ha alterado algunas de las fechas de las celebraciones de lo citado anteriormente. Sin embargo, independientemente de fechas, la Cofradía sigue manteniendo una gran parte de los actos y las tradiciones apuntadas.

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