Una iniciativa popular homenajeará el domingo a Luisito el de Pozaldez en el centenario de su nacimiento
A través de una iniciativa popular, la localidad de Pozaldez celebra el domingo el primer centenario del nacimiento del pozaldejo Luis García Mongero, el último juglar de Castilla y León, más conocido por “Luisito el de Pozaldez”.
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Con motivo del centenario del nacimiento de Luisito el de Pozaldez, la misa que se celebrará a las 11:45 horas, en la iglesia parroquial de San Boal será aplicada por el eterno descanso de su alma, continuando después los actos con una breve charla que ilustrará, a quienes no lo conocieron sobre el alcance de su figura.
Tal como se recoge en revistas y blogs en los que se le cita tal como la “La Llanura” de la localidad de Arévalo, o el Blog de Pedrajas de San Esteban “Luisito era bajo, regordete, de aspecto agradable y bonachón. Nació un 4 de febrero de 1913. Hijo de un carretero, practicó ésta labor en su adolescencia dura y sacrificada. Asistió a la escuela del pueblo hasta los 20 años debido a la amistad de su familia con los maestros y al retraso que manifestaba en sus estudios, alternando con trabajos en el pueblo como acarreador de agua con un carretillo de 2 cántaros hasta la Fuente del Caño y ayudando a su padre en la carpintería. Pronto se queda huérfano ya que pierde a su padre en un desgraciado accidente. Se hizo cargo de él su tía, ya que su madre murió joven y apenas la conoció. Años duros y difíciles para todos, y nuestro Luisito alternaba el escaso trabajo que le ofrecían de acarrear agua y sobre todo en vendimias. Se enrolaba en cuadrillas que le ayudaban a echar la uva a los cestos, pues él no llegaba con el peso del cuévano. Se las ingeniaba para ganarse la simpatía de la gente que le acompañaba en aquellos escasos trabajos que realizaba, pues en los del campo le rechazaban debido a su estatura o a que él era poco habilidoso para dichas tareas.
Es cuando optó por alternar el poco trabajo con la mendicidad que solicitaba al principio a los pudientes del pueblo, y al no obtener trabajo, obtenía el beneficio del que se creía generoso y le ayudaba a supervivir.
Pronto descubrió con su ingenio que había que ofrecer algo más para pedir, y ampliar su horizonte de posibilidades. Luisito bailaba y ofrecía sus canciones, a pesar de bailar mal y cantar peor. Pero no le importaba mucho el estilo, sino el contenido de su mensaje con las letras que él componía: ‘Hecho un baile a estas mozas y a los mozos del lugar y a los pobres les deseo que casen bien a sus mozas con mucha felicidad’
Así comienza nuestro amigo Luisito a recorrer caminos y pueblos, ofreciendo su espectáculo a cambio de la voluntad. Se granjea la amistad del alcalde, del cura, del maestro, de los labradores, que son quienes le proporcionan el alojamiento y la manutención. Siempre en una breve estancia de uno y dos días en cada villa que recorría. Luisito solía aparecer en los pueblos siempre en la misma época, que por lo general coincidía con las fiestas del santo patrono. A Luisito se le recibía como uno más del pueblo, jamás era un extraño; era el caminante que trae nuevas, como peregrino con su canto en sus labios y un baile en sus cortas piernas, con los brazos en alto giraba a diestra y siniestra, terminando con una vuelta en redondo agradeciendo a todos su voluntad por escucharle y atenderle en su función pública, bien en la plaza o en la puerta solariega de cualquier vecino del lugar.
Esa es la diferencia de Luisito con un clásico mendigo, mitad bufón, mitad bailarín, con su chaqueta que le llegaba casi hasta las rodillas, prenda que le regalaban allá donde pernoctaba; con su tez tostada de andar por los caminos, con su bastón o cayada para defenderse de los perros y el hato al hombro. Llega a los pueblos de Valladolid, Segovia, Ávila y Salamanca, cantando y saludando, rodeado de chavales, escuchando las historias que Luisito les relataba, mientras recorría las casas habituales a los que saludaba, y preguntaba por cada miembro de la familia, ofreciendo su baile y canción terminaba invitándoles a la función de su pueblo Pozaldez 20 de mayo (San Boal).
Este cariñoso y simpático personaje, querido por mucha gente y admirado por su forma de vivir, ha compartido posadas, casas de labranza, pajares, estaciones de ferrocarril y por supuesto en casa del señor alcalde o el cura del lugar, siempre con el máximo respeto y un exquisito cariño hacia Luisito.
Luisito en una casa humilde de Pozaldez pasaba el invierno planificando su gira o viaje; y para ello solicitaba la ayuda de las gentes de bien que le escribían las cartas que él dictaba, dirigidas a todas las amistades de los pueblos y lugares que él recorría. El apenas sabía escribir, pero relataba esas cartas con mucho detalle, para el dueño, la dueña de la casa y sus hijos, explicando su estancia en Pozaldez y relatando los aconteceres del pueblo. «Fulano ha matado dos marranos que la familia crió y me invitaron al guiso». «Ha muerto la seña Fulanita y les he dado el pésame a la familia». Bodas, bautizos, fiestas y por supuesto accidentes eran los relatos en sus cartas a sus amigos, que firmaba con sumo cariño. Personaje curioso, caminante incansable, último juglar, peregrino de Castilla. «Luisito» o «Don Luis» partía desde tierras de Medina recorriendo media Castilla con sus coplillas, cantando y bailando.
La última etapa de su vida en Pozaldez fue dura, al fallarle las fuerzas y no poder salir a recorrer sus caminos, solicitaba escribir sus cartas, y recibir sólo el cariño de unos pocos que acompañaban a Luisito en su casa.
Triste y melancólico lucha por salir como pájaro en jaula para avivar su espíritu y gozar de esa libertad digna que se ganó con el respeto de todos.
Es cierto que han forjado auténticas leyendas acerca de Luisito, con su origen y fortuna. Pero la realidad es que ha vivido de manera muy austera, siempre con dignidad e independencia, gozando de esa libertad, de vivir siempre esperando la limosna de los demás a cambio de algo, «bailar y cantar», con respeto siempre y cariño agradecido”.