MASIVA AFLUENCIA DE AFICICIONADOS HASTA VIANA DE CEGA PARA DISFRUTAR DEL TORO DE SAN BLAS
Salida de unos de los toros en la tarde del sábado. (Miguel del Río Cristóbal)
Carlos Cerro / Juan J. Villalba
Como ya viene siendo habitual en los últimos años, la localidad de Viana de Cega ha sido la encargada de abrir la temporada de festejos taurinos populares en la comarca este fin de semana.
Con motivo de las festividades de las Candelas y San Blas la ACT ‘El Polvorín’, con la colaboración del Ayuntamiento y de la hostelería y el comercio del municipio, organizó durante el fin de semana un completo programa taurino que comenzó en la mañana del sábado con un encierro infantil de carretones, prosiguió por la tarde con la cuarta suelta del ‘Toro de San Blas’, uno de los platos fuertes de la semana de fiestas, y finalizó en la mañana de ayer con un encierro mañanero, principal novedad de este año.
Tras el ambiente más familiar del encierro ecológico, masiva fue la llegada de aficionados para presenciar el festejo del sábado por la tarde. Muestra de ello es que hora y media antes de que el toque de dulzaina y la explosión de un cohete anunciaran el inicio del festejo ya era prácticamente imposible encontrar plaza de aparcamiento en las calles centrales del casco vianero.
Tres fueron los astados que salieron por un recorrido del encierro que, tanto en la parte interior como tras las vallas, estaba plagado de aficionados dispuestos a disfrutar de la bravura de los cornúpetas y del valor de los mozos. Desde los cajones colocados al principio de la calle Castilla lo hicieron dos toros de capa colorada pertenecientes a los hierros de Antonio Santos, ganadería afincada en la localidad zamorana de Cubo del Vino, y Amparo Valdemoro, ganadería situada en Jaén, respectivamente. El tercero, un sobrero de pelo negro procedente de la vacada que el empresario Pedro Caminero tiene en Carrión de los Condes, pisó asfalto saliendo directamente desde los chiqueros.
Quizá esa masiva afluencia de gente y la excesiva ansia de recortar una y otra vez sobre una superficie en la que el animal parte en condiciones desiguales frente a los mozos originó que ni los toros llegaran a demostrar esa bravura en su totalidad ni los mozos pudieran emplearse a fondo. Al final fue el sobrero negro, más chiquito que sus compañeros de festejo, el que más juego dio.
Sea como fuere, y si se tiene en cuenta la gratuidad para el espectador de estos festejos, el aficionado se puede dar más que por satisfecho de lo visto y dar gracias de que en estos tiempos, en los que hasta de debajo de las piedras salen quienes se oponen a su celebración, haya asociaciones de voluntarios, como El Polvorín, y ayuntamientos, como el de Viana, que apuesten por su organizarlos.
La parte taurina de estas fiestas de invierno, que se retoman mañana con los actos en honor de la Virgen de las Candelas, finalizó ayer por la mañana con un encierro.
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