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‘RECORTES’ Y SU CINTO PONDRÁN ORDEN UN AÑO MÁS EN LA PROCESIÓN DE SAN ROQUE

José Antonio Pérez Hernández ‘Recortes’ lleva bailando cinto en mano en la procesión de San Roque desde hace 15 años
Emula la figura de su abuelo, Fermín Fadrique, quien a mediados del siglo XX hacía lo propio con el fin de mantener formadas las filas de danzantes

José Antonio Pérez Hernández 'Recortes'.

Juan J. Villalba Pinilla

Si alguno de ustedes, estimados lectores, ha presenciado la procesión del día de San Roque en Viana de Cega, habrá podido observar cómo, entre las filas de danzantas y ‘danzantas’ –si es que este último vocablo existe- destaca la figura de un personaje que también baila…pero portando un cinto en una de sus manos. Aunque José Antonio Pérez Hernández es su nombre, con el apodo de ‘Recortes’ se le conoce en el pueblo.

Con esa pose, este vianero de 68 rememora la figura de su abuelo materno, Fermín Hernández, quien en las procesiones en honor al patrón de la villa de mediados del siglo pasado tiraba de cinto y lo usaba a modo de fusta para mantener las filas de danzantes perfectamente formadas. “En aquellos tiempos sólo los hombres podían bailar en unas procesiones mucho más largas que las de ahora. Se solía hacer un parada en la Plaza Mayor para que, tirando de porrón, se pudiera combatir el calor–explica ‘Recortes’-. El mozo que se salía de la formación de la fila recibía un cintarazo de mi abuelo. Cuando él murió esa costumbre desapareció hasta que hace unos quince años, animado por muchos de los que estaban en la procesión, decidí retomar aquello”.  Cuenta José Antonio que cuando se armó de cinto, cual si su abuelo se hubiera transfigurado en él, los presentes comenzaron a gritar “Fermín, Fermín”. En todo este tiempo sólo ha fallado un año a causa de la muerte de un familiar en los días previos a las fiestas. 

No han faltado anécdotas en este periodo. En una ocasión, en plena procesión, una mujer se colocó entre las filas y recibió el correspondiente cintarazo de ‘Recortes’ junto al exhorto para que bailara en condiciones. Desconocedora de la tradición, la fémina no se lo tomó del todo bien y recriminó a José Antonio la acción. Éste intentó explicarle de qué iba esa movida sin mucho éxito. Horas después, a la hora del vermut, dos hermanos de la agraviada le contaban a ‘Recortes’ cómo habían tenido que explicar a su hermana el significado de lo ocurrido.

Lo que empezó como una manera ciertamente heterodoxa de salvaguardar el ornato de las procesiones hace más de cincuenta años, se ha convertido poco menos que en una tradición. En Viana la figura de ‘Recortes’ y su cinto está asociada a la procesión de San Roque como lo está el sonido de la dulzaina y el tamboril. Aunque con ánimos y ganas de seguir muchos años más al pie del cañón siempre que la salud se lo permita –sufrió un ictus hace cuatro meses del que se ha repuesto totalmente-, no esconde que le gustaría que cuando él no pueda o no esté, alguno de los dos hijos varones que tiene tome su relevo. “El pequeño ya se ha ofrecido para sustituirme algún año pero a mí aún me queda pila, así que tendrá que esperar. Si por causa del cansancio o del calor en vez de aguantar toda la procesión sólo tengo que bailar en zonas concretas así lo haré, pero de momento sigo, y me gusta”.

Pero de lo que no tiene dudas es de que disfrutará las fiestas lo más intensamente posible. “Siempre he vivido las fiestas de Viana lo más intensamente que he podido. Me ha gustado divertirme tanto de joven, cuando con los amigos hacíamos la peña en cualquier sitio poniendo cuatro palos y cubriéndolos de carrizos y hojas de chopo, como  ahora que te las tomas de otra manera acorde a la edad que tenemos”.

Sus últimas palabras son para desear felices fiestas tanto a los vecinos como a los visitantes. “Que todos lo pasemos bien.  Viana es un pueblo muy acogedor en el que todo el que viene se lo puede pasar muy bien. Lo único que hay que pedir es que quien venga a disfrutar de estos días sepa divertirse respetando al pueblo y a los demás”. 

José Antonio, cinto en mano, durante una procesión.

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