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La alfarería Portillo Alfar estrena web orientada a la promoción y difusión de la actividad

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Cuando de oficios tradicionales hablamos, uno de los primeros que se nos viene a la cabeza es, y más paciendo por estos lares, es el de alfarero siempre asociado al pueblo de Portillo.

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De las más de 50 alfarerías que existían hacia 1950 en la localidad, época de máximo esplendor de una actividad que tiene sus orígenes allá por el siglo XVIII si quedan nueve en la actualidad.

Una de estas es Portillo Alfar, regentada por Juan Laguna Plaza que tiene sus orígenes hacia  1920 cuando como nos cuenta este maestro alfarero,  “Juan  De  La  Calle  Sánchez  consigue  abrir  su  propio  taller ubicado en  una cueva  (antigua mina  del  yeso). Hacia 1938  con  doce años  de edad, Tomás Laguna de la Calle, mi padre, viene a trabajar con su tío Juan. A finales de los años 60 la alfarería pasa a llamarse Alfarería Tomás Laguna hasta 1989 que pasaría a  conocerse  como  Alfarería  Laguna  C.B.  y  en  el  año  2002  pasa  a  tomar  el  nombre comercial de Portillo Alfar”.

Como sigue contando Juan, “desde hace un siglo, son innumerables los sitios y lugares donde nuestra artesanía ha servido para decorar, ofrecer como regalo o formar parte de las alacenas y vajillas de un gran número de Bares-Restaurantes y Mesones de todo el mundo. En las últimas tres décadas nos hemos centrado en jarros y platos que han cruzado el océano rumbo a Miami, para formar parte de las vajillas de varios restaurantes o en todos los ceniceros y palilleros, que adornaron las mesas de los Mesones del Madrid de los Austrias como el Lucio, Landó o el Rey del Pimineto. Además continuamos haciendo trabajos de alfarería popular como son los botijos para el Museo Thissen”.

Desde hace aproximadamente 15 años Juan ha sacado su oficio a la calle y desde 1998 ha recorrido buena parte de la geografía española y europea mostrando sus conocimientos y asistiendo a Ferias como Fitur-Salón Internacional del turismo, Barcelona, Expovacaciones Bilbao, Valencia, Londres o Lisboa con el Stand promocional de la Junta de Castilla y León. La Diputación de Valladolid también cuenta con él para demostraciones en Ferias como  Intur en Valladolid, ferias comarcales como Rioseco, Villalón e Íscar.

Todos estos datos, imágenes de la alfarería, así como un amplísimo catálogo de productos son los que Juan ha querido que se reflejen en la página web que ha estrenado en fechas recientes (www.alfareriaportilloalfar.com). “La idea de la web –indica Laguna-nos rondaba por la cabeza desde hacía tiempo, pero no queríamos una página al uso con una finalidad simplemente comercial, puesto que tras un siglo de existencia, nuestros clientes y nuestros canales de comercialización están muy definidos y son los que son, ni una web de tipo institucional donde formas parte de una marca genérica o de un colectivo de artesanos; queríamos poder llegar a otro tipo de clientes y promocionar actividades complementarias a la venta como son en primer lugar las visitas guidadas a la alfarería  que cada vez son más numerosas y que no sólo van destinadas a colegios, sino a todo tipo de colectivos como familias, grupos de amigos o incluso despedidas de solteros y las clases y en segundo lugar los cursos a grupos reducidos donde primamos la calidad de la actividad a la masificación de visitantes por grupo –dos alumnos como máximo en cada clase-.

Entrando en aspectos relativos a la figura del alfarero este profesional tiene claro que “si hacemos caso a las estadísticas, el oficio de artesano está en decadencia o desaparecido en muchos lugares. Desde mi punto de vista creo que son tres factores principales los que hacen que no haya relevo generacional: en primer lugar, no es un oficio de lunes a viernes de ocho de la mañana a tres de la tarde porque es el propio barro el que te va marcando las diferentes fases desde que se moldea hasta que sale del horno; en segundo lugar es un oficio en el que te manchas las manos; y el tercer, y se trata de un oficio de supervivencia en el que no vas a ganar dinero nunca. Partiendo de esta base, es difícil que el oficio perdure.  Sería un buen punto de arranque para luchar por esta pervivencia que las propias instituciones la promocionaran de una manera real, es decir, que ellas mismas adquirieran esos productos y sacándote a exponer a ferias para que el público pueda verte trabajar y sepa valorar lo que realmente cuesta elaborar una pieza artesanal. Te puedo decir que cuando te ven trabajar en la calle, la gente se queda sorprendida del proceso de transformación que va a un trozo de barro a una perfectamente moldeada. Mientras no se sea consciente de la labor que tiene la elaboración de una pieza, el de la alfarería será un oficio condenado a la supervivencia. Se debería tomar el ejemplo de países mucho más avanzados como nosotros como es el Japón, la artesanía es algo que está verdaderamente protegido y valorado por la sociedad.

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