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Julio Olmedo Cantalapiedra presenta en Aldeamayor ‘Cuatro yerros con O’

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  • La obra narra, entre otros aspectos, cómo evolucionan las primeras ganaderías que pastan en los terrenos del Raso de Portillo hasta llegar a la que conocemos hoy, propiedad de la familia Gamazo

Juan J. Villalba Pinilla

El pasado viernes, dentro de las actividades del programa de Navidad 2021 organizado por el Ayuntamiento de Aldeamayor de San Martín, se celebró en el Salón de Plenos de la Casa Consistorial de la localidad la presentación del libro Cuatro yerros con O de Julio César Olmedo Cantalapiedra.

Este pedrajero por doble vía (de la Pedraja de Portillo de nacimiento y de Pedrajas de San Esteban por residencia) y con raíces paternas en la propia Aldeamayor estuvo acompañado en el acto por Álvaro Sanz Ferrero, presidente de la Asociación Villa de Aldeamayor, organizadora de la charla; por el ganadero del Raso de Portillo y prologuista de la obra, Íñigo Gamazo Garrán; y por el alcalde del municipio, Fernando de la Cal.

Obligaciones paternofiliales impidieron al que firma este texto estar presente en la presentación pero sí que encontró un hueco para charlar reposadamente unas horas antes con el autor en la casa que sus padres poseen en la villa pinariega.

Aficionado a la tauromaquia, especialmente al festejo popular, Julio César declara su admiración, incluso atracción, por el toro en el campo. De ahí que en esa dicotomía de los aficionados entre los que se declaran ‘toreristas’ o ‘toristas’, él engrosa la lista de los segundos.

La mera casualidad hace que dé el salto al mundo editorial con La herencia perdida. El Raso de Portillo (2018). Un trabajo de investigación para elaborar su árbol genealógico le lleva a descubrir que antepasados suyos regentaban una ganadería de reses bravas en el Aldeamayor allá por 1700. “Lo que pretendía con ese libro era básicamente mostrar cómo vivían las gentes de aquella época y cómo subsistían. Es aquí donde aparece la relevancia de las ganaderías bravas como medio de vida, principalmente en el término de Aldeamayor. ”.

La obra fue confeccionada mediante una ardua labor de investigación, bebiendo fundamentalmente de actas notariales, lo cual queda de manifiesto, sobre todo, observando la cantidad de datos aportados y la documentación asociada a la misma. Además, los hechos se analizan desde su correspondiente contexto histórico, tan necesario a la hora de entender el porqué de las cosas que suceden y por qué son como son y no son de otra manera.

Y tras este primer libro, Olmedo publica Cuatro yerros con Ô (2021) en el que entre otros hechos se demuestra, gracias a la aparición de un documento, que ya en el Aldeamayor del siglo XVI, justo dos siglos y medio antes de lo que se pensaba, existía ganado bravo en la localidad.

A partir de ahí, el libro narra cómo, terminando el siglo XVII, un ganadero del Raso de Portillo, Manuel de Olmedo Salamanca, vecino de Aldeamayor, funda una ganadería brava y forja cuatro hierros para marcar sus reses. Esos hierros pasan de padre a hijos recorriendo diferentes caminos y darán lugar, en algún casos transformados, a nuevas ganaderías como la de Gavira o la actual del Raso de Portillo, propiedad de la familia Gamazo, que se hace con la práctica totalidad de los terrenos de este paraje a finales del XIX.

El autor sostiene que a pesar de la evolución y de las posibles mezclas, la sangre de aquellos primeros toros que pastaron sobre la tierra salitrosa del Raso de Portillo sigue estando en los actuales ejemplares “y de vez en cuando salen algunos, como es el caso de ‘Aforadito’, novillo indultado en Pedrajas de San Esteban en 2019, que mantienen las hechuras de los toros de antes”. 

«Se trata de toros muy duros, difíciles de torear y que aunque van a la muleta siempre tienen una chispa de mala leche, una cosa de antes, de bravo» añade Olmedo. De ahí que para este aficionado tierrapinariego, nacido en pleno corazón del Raso, “los toreros prefieran ganado más dócil y más fácil de torear que no éstos que tienen ese peligro en potencia”.  

El libro también da luz sobre el toro que mató a Pepe Illo, precisa cómo y cuándo se produjeron las primeras tientas y aclara por qué unos toros muy bravos, marcados con un corazón, una Ô o un círculo, recorrieron antaño los cosos de todo el territorio nacional.

¿Y ahora qué? Para Julio César, lo de la investigación es “un veneno que se te mete dentro y, si te gusta, provoca que siempre quieras saber más. De hecho, cuando terminé el libro de los cuatro hierros, que arranca sobre 1542, me preguntara qué es lo que ocurrió antes de ese año”. De ahí que ya esté trabajando en un tercer libro enfocado a los orígenes del toro bravo en la Aldeamayor en el que llega a auténticas revelaciones que, valga la redundancia, serán reveladas en otro momento.

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