De Santos y Difuntos. Paseo por la memoria funeraria de Aldeamayor
- Conforme a las creencias cristianas la iglesia trató siempre de preservar la memoria y los cuerpos de sus antepasados por su concepto de la resurrección en el tiempo final y la dignidad del cuerpo humano
- En Aldeamayor tenemos el testimonio de restos de cementerios en el término municipal.
Fachada principal del cementerio católico de Aldeamayor anexo a la ermita de San Roque. Foto: Juan J. Villalba Pinilla
P. Celso Prieto Bermejo, O.Carm. (1 noviembre 2015)
El recuerdo de los antepasados es una idea constante en la civilización humana. Este pensamiento hace percibir la vida en su justo sentido de transitoriedad y caducidad, Cada cultura lo ha expresado a su manera y según sus creencias.
La Roma imperial observaba el día 21 de febrero como día del final del año y con ello la llamada Fiesta Feralia para recordar y dar paz a los difuntos. En la cultura cristiana este recuerdo pasó a celebrarse en dos días: el de todos los Santos para honrar a los mártires primitivos y el día de los difuntos para recordar a todos los fieles cristianos.
En la cultura laboral actual, ya que el 1 de noviembre es fiesta, casi hemos confundido el día de los Santos con el propio del día 2 de noviembre que es el día de todos los fieles difuntos.
Conforme a las creencias cristianas la iglesia trató siempre de preservar la memoria y los cuerpos de sus antepasados por su concepto de la resurrección en el tiempo final y la dignidad del cuerpo humano. Primero los mártires romanos, recogidos en las catacumbas y posteriormente todos los difuntos enterrándolos dentro o en el recinto exterior de las iglesias fueron expresión de este cuidado y respeto por los cuerpos de los difuntos.
En Aldeamayor tenemos el testimonio de restos de cementerios en el término municipal. En Juarros, en lo que fue aldea habitada, se enterró dentro de la iglesia hasta mediados del siglo XIV
En Santa Eufemia algunos, siendo niños, recuerdan sus expediciones y el hallazgo de restos junto al pinar. Operación rescate la llamaban. La cruz del Toro, que hoy se halla en la Plazuela de la Cruz, estaba situada en este entorno de Santa Eufemia y su agujero en el fuste indica alguna clase de adorno funerario o pasante. Lo mismo recuerdan quienes ahondaron con el arado en la tierra llamada Iglesia del Comeso.
Hasta finales del siglo XVIII se sepultaba dentro de la iglesia parroquial. Así lo documentan los libros de difuntos de la parroquia. Conocemos el acta de defunción del primer alcalde de esta Villa, recuérdese aquí lo del Privilegio de Villazgo, Don Francisco Javier Casado Baquerín Monroy y Montaña.
Murió el 30 de diciembre de 1786, y enterrado al día siguiente, el día 31. Después de recibir como buen cristiano los sacramentos de confesión, eucaristía y extremaunción. Hizo testamento y por dicho documento conocemos más detalles de su vida.
Fue enterrado, según su petición testamentaria, con el hábito de San Diego en la sepultura que ofrendaba en este momento, bajo el altar del Carmen. Recordemos que en esta época se enterraba a los difuntos en la nave central de la Iglesia. Los más pobres eran enterrados en la nave lateral, en la capilla de Santa Catalina. Pocos días después, el 10 de enero de 1787, muere su esposa Doña Angela Burgueño Gómez y es enterrada junto a su marido.
Al asistir a la iglesia cada familia se colocaba sobre sus antepasados y encendía las velas de los hachones preparados para dar luz. Costumbre, por otra parte, que muchos recordamos en las primeras filas de los bancos de la iglesia y el sacerdote iba a rezar los responsos respectivos.
Con la llegada al poder de los franceses se dictaron normas para que se enterrase fuera de las iglesias y especialmente fuera de las poblaciones. Por diversas razones no le hicieron demasiado caso. El último enterrado dentro de la iglesia fue Francisco Gutiérrez, viudo de Brígida Tejedor, el día 6 de junio de 1833. Pero al azotar la peste de nuevo en julio de 1833 hubo de convencerse la gente y ya comenzaron a enterrar fuera.
La peste arreció y en este verano de 1833 hubo de habilitarse el cercado de Compasco como sepultura para el cadáver de Miguel Esteban, marido de Luisa de Blas. Compasco había sido declarado como Lazareto, es decir, donde confinaban a los afectados por la peste.
El 1 de julio de 1833 entierran en la ermita de San Roque el cadáver de Victoria Sanz, mujer que fue de Esteban Benito. De estos días del verano de 1833 hay varias actas más de sepultura en ambas ermitas.
El 23 de septiembre de 1833 empiezan a enterrar en el ‘cementerio nuevo’. Es Leandro Gómez el primer finado. Al día siguiente se entierra a un hijo suyo. Y a partir de esa y hasta finales de año son numerosos los enterramientos.
El Cementerio nuevo al que hace referencia el libro de difuntos de la parroquia es el cuadrado que se halla en el lateral norte de la ermita de San Roque. De unos 21 x 17 metros -350 metros cuadrados-. Posteriormente pasará a llamarse cementerio viejo cuando en 1916, y como donación de Don Vicente San Juan Olmedo, se construya sobre la cañada la ampliación del cementerio viejo, éste de 27×17 metros, -460 metros cuadrados aproximadamente-. Aún se pueden observar en los cimientos de piedra y en el color del aparejo de adobe las diferencias entre los muros de ambos cementerios.
Vista interior del cementerio del camino de San Roque. Foto: Juan J. Villalba Pinilla
Ante la carencia de espacio el Ayuntamiento de Aldeamayor decidió construir un Cementerio Nuevo, el actual, en 1995 en el camino del Tamarizo, o carretera que une el casco antiguo con Aldeamayor Golf. De 62 x 30 m.. Ofrece la novedad local de enterramientos en nichos verticales en ambas paredes laterales.
Tradicionalmente la tarde del día de todos los Santos numerosas personas nos reunimos en el cementerio nuevo (1995) para rezar una parte del Rosario y posteriormente otra parte en el cementerio viejo (1916). Un acto de piedad que nos evoca el sentido y el camino de la trascendencia de la vida.
Una cuestión final. ¿Qué se podría hacer en el cementerio viejo, el que está junto a la ermita de San Roque? El lamentable estado de algunas paredes y el deterioro progresivo del conjunto nos debe hacer pensar en alguna solución. Allí está la historia, la memoria y el material genético enterrado de los casi últimos 200 años de nuestra historia de Aldeamayor.
STTL
Sit vobis terra levis
Placideque quiescas, terraque securae sit super ossa levis