VIANA DE CEGA VUELVE A HONRAR A SU VIRGEN ‘MILAGROSA’
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La parroquia de la Asunción de Nuestra Señora, de Viana de Cega, ha celebrado durante este fin de semana diferentes actos en honor a ‘La Milagrosa’, advocación mariana con especial arraigo en la localidad.
Las honras a la que algunos consideran “patrona oficiosa” del municipio comenzaron en la noche del sábado con una ofrenda floral en la que participaron vecinos de la localidad y también algunas personas llegadas desde Boecillo. Hay que recordar que además de compartir límite territorial y algún que otro servicio de los mancomunados, Viana y Boecillo comparten párroco desde hace varios meses cuando el sacerdote Sebastián Aldavero se hizo cargo de la parroquia boecillana de San Cristóbal. Representando institucionalmente a ambos municipios estuvieron sus alcaldes, Alberto Collantes y María Ángeles Rincón.
Ayer domingo, como domingo más próximo a la festividad católica de La Milagrosa, que se conmemora cada 27 de noviembre, se celebró una misa en su honor a partir de las once de la mañana. Tras la ceremonia, a la que asistió parte de la corporación municipal, le siguió, ya que el tiempo lo permitió, una procesión con la imagen de María Inmaculada, adornada con los ramos ofrecidos en la jornada previa, desde la iglesia parroquial hasta la hornacina con su réplica en miniatura sita en la Urbanización ‘La Resinera’. Como novedad, la procesión contó con la participación de los Dulzaineros de Viana, algo que uno de ellos, Raúl Llorente, señaló que únicamente se había producido en otra ocasión, hace décadas.
LOS ‘MILAGROSOS’ HECHOS DE 1939
La especial relación de Viana de Cega con esta advocación mariana viene del final de la Guerra Civil Española. Durante ésta se emplazó en la localidad un polvorín militar en las instalaciones de la Unión Resinera, donde hoy se asienta una urbanización residencial, dada la cercanía de la zona a las vías del tren. La noche del 25 de noviembre, terminada la guerra y con el polvorín aún lleno de artefactos militares, la chispa de una chimenea prendió la estructura del edificio.
Según ha relatado a esta redacción la nonagenaria vecina de Viana, Mari Casorrán, que en 1939 contaba con 12 años, los centinelas, asustados, empezaron a correr la voz por el pueblo, temerosos de una posible explosión del material de guerra allí guardado. Los vecinos, aterrados al ver aquellas llamas que decían “tocaban el cielo”, emprendieron la huida hacia localidades cercanas o subiendo al famoso ‘Pico de la Horca’, donde la montaña atenuaría la onda expansiva en caso de explosión. Aun así, algunos vecinos se quedaron a prestar ayuda a los militares que luchaban contra el fuego.
Rayando el amanecer, cuando todos temían lo peor puesto que para vaciar el almacén tenían que arrancar las rejas de las ventanas y era un enorme trabajo para aquellas pocas manos que quedaron a sacar los proyectiles, el viento milagrosamente cambió de dirección ayudando a aquellos valientes a sofocar el incendio.
Al día siguiente, domingo en el que ese año se celebraba la festividad de ‘La Milagrosa’, al regresar todos aquellos huidos se escucharon todo tipo de anécdotas curiosas, “algunas cómicas y otras terribles”. Para muchos, el verdadero milagro fue que durante una fría y oscura noche de noviembre, con temperaturas bajo cero, hubo unos setecientos vecinos de Viana pululando por pinares y carreteras y no pasó nada, ni un catarro, ni un resfriado, ni una torcedura corriendo a oscuras. Este es, añade Casorrán, el verdadero milagro que se celebra en la localidad, y que quienes moraban en Viana en aquel año atribuyeron a la intercesión de la Virgen María.
En recuerdo de todos aquellos hechos, hace más de veinte años se colocó en la confluencia de las calles ‘Estación’ y ‘Milagrosa’ –en la zona donde se encontraba el polvorín- una hornacina con la imagen en miniatura de ‘La Milagrosa’ y hace cuatro, en dicha estructura, una placa en conmemoración del setenta y cinco aniversario de estos hechos.
Este año el Ayuntamiento de Viana ha editado, bajo la coordinación del concejal Jorge Vijuesca, autor de los textos, un pequeño folleto en el que tirando de testimonios de vecinos y de legajos recogidos en archivos, se relatan estos mismos hechos para conocimiento público. La publicación se complementa con una parte dedicada al origen y significado de esta advocación. El libro se puede adquirir en la Iglesia y en el Ayuntamiento al precio de 1 euro. Parte de la recaudación irá destinada a un proyecto solidario en el que participa nuestra parroquia en Liberia.