La filípica del domingo: ‘Responsabilidad ante el bicho’

  • Si algo nos ha demostrado la crisis del Covid-19 es que seguimos siendo una especie egoísta que no sólo tropieza dos veces en la misma piedra sin tres, cuatro y así tantas veces como olas estamos sufriendo

  

Juan J. Villalba P.

Creo que fue el presidente del Reino de España, el señor Sánchez Pérez-Castejón, quien allá por el mes de mayo acuñó aquello de “de esta pandemia salimos más fuertes” que posteriormente se convertiría en slogan de campaña gubernamental. Pues como en otras tantas cosas, que errar es de humanos, se equivocó.

Si algo nos ha demostrado la crisis del Covid-19 es que seguimos siendo una especie egoísta que no sólo tropieza dos veces en la misma piedra sin tres, cuatro y así tantas veces como olas estamos sufriendo.

Creo también que por el mes de junio, cuando nos dieron la posibilidad de recuperar parte de nuestra anterior vida, todos, por mucho que nos hiciéramos los tontos, sabíamos que el bicho seguía ahí, conviviendo con nosotros. Pero no nos conformamos con cambiar el chip y adaptarnos a la nueva situación sino que quisimos recuperar todo aquello que no habíamos podido hacer entre marzo y junio. Como cantara Ricky Martin en los 90 ¡Living la vida loca!

Y llegaron los meses de julio y agosto. Y aunque las autoridades sanitarias habían recomendado (y casi obligado) a no celebrar las fiestas patronales, quien más y quien menos, en su ámbito doméstico, buscó alguna alternativa (botellones, reuniones en peñas, de amigos, etc.) para compensar esas no fiestas. Y llegó, meses antes de los que todos pensábamos, la segunda ola.  

Y llegó septiembre y con él los niños, los que mejor se han portado en todo esto, volvieron a las aulas. Eso, que para muchos era signo de la más absoluta normalidad, hizo que quisiéramos seguir viviendo la vida como si todo fuera normal. Y a los sanitarios, uno de los sectores que han estado en primera línea frente al bicho durante todos estos meses, comenzaron a temblarles las piernas imaginando que lo que habían vivido en la primavera se pudiera repetir en el otoño.

El otoño arribó. A la vista de los indicadores, los que mandan tuvieron que tomar nuevas medidas, bastante impopulares, para atajar la sangría que se estaba produciendo e intentar salvar la Navidad, fecha llena de paz, de amor y en la que determinados sectores de la economía podrían, al menos en parte, paliar las pérdidas que tuvieron que soportar durante los meses anteriores.

Y nuevamente lo dimos todo. Que las autoridades sanitarias, por inocencia, interés u oportunismo, decidieran salvar las Navidades, no obligaba a nadie a subirse a ese carro. Porque no ha pasado un mes desde que vimos el culo de los camellos de los Reyes Magos regresar a Oriente y las cifras de contagios son indecentes. Y la culpa, como algunos quieren hacer creer, no es únicamente de esas autoridades que intentaron “salvar la Navidad”. La culpa de esta tercera o cuarta ola es, sobre todo nuestra. Haberte quedado cenando solo en tu puta casa, con tu mujer y tus hijos o como Macaulay Culkin en la película que lo lanzó a la fama y no vengas ahora rasgándote las vestiduras y escupiendo hacia arriba. ¡Que para celebrar la llegada del Redentor no es necesario tirar la casa por la ventana!

La alarma es tal que en prácticamente diez días se están organizando cribados masivos entre los vecinos de las zonas más castigadas para que el flujo de contagios cese. Y aunque la vacuna ya está aquí, ésta no es como la aquella que curó todas las brujerías del Brujito de Gulubú. Para que se  noten sus efectos a nivel social tendrá que estar vacunado un alto porcentaje de la sociedad y, sobre todo, un alto porcentaje de los sectores más activos entre los que no están, pobrecitos míos, los usuarios de las residencias de ancianos que están allí guardados y no se meten con nadie.

Así que, queridos niños, olvidémonos de procesiones y de encierros que no sean domiciliarios este verano y poned vuestro granito de arena para que esto pare. De momento, a falta de actitudes más heróicas, con acudir a haceros el test si tenéis la oportunidad estaría bien.

Responsabilidad ante el bicho.