Más experimentos con gaseosa “los topillos”. Por Fernando García de la Cuesta

  • Durante el verano del año 2007 y más adelante hubo en Castilla y León una de las más grandes invasiones de topillos que recordaremos in aeternum

  

 

Fernando García de la Cuesta

Durante el verano del año 2007 y más adelante hubo en Castilla y León una de las más grandes invasiones de topillos que recordaremos in aeternum. Sin embargo, antes de entrar de lleno en este nuevo caso de “Los experimentos con gaseosa”, quisiera recordar desde el principio, que todos los que intervinieron trataron de tirar “balones fuera” cuanto más lejos mejor.

Ocurre que, cuando se habló de un posible experimento, salió el Colegio de Biólogos negando que la irrupción de los topillos en Castilla y León hubiera sido un ensayo de algo que se fuera de las manos de “alguien” que no pudo o no quiso salir a la palestra por razones obvias.

El caso es, que parece ser, se dijo que la Comunidad Europea había destinado una cantidad presupuestaria a la Junta de Castilla y León en concepto de la defensa de las aves rapaces con objeto de aumentar las colonias y supervivencia de las mismas, evitando por todos los medios se fueran extinguiendo por escasez de alimentos… Se pretendía que la ayuda se extendiera a todas las aves rapaces, en especial al águila imperial, águila perdicera, águila real, alimoche, buitre leonado, buitre negro, cernícalo primilla, halcón peregrino y milano real, etc.

¿Los topillos podrían servir de ayuda? No lo sé, pero el caso es que aparecieron plagas enormes de topillos campesinos, Microtus arvalis en las provincias de Palencia, Valladolid y Zamora, que devoraban “todo” lo comestible que pillaban, arrasando las cosechas de miles de hectáreas?

Los topillos viven en galerías subterráneas que excavan en terrenos blandos, principalmente, como es natural los de las tierras de labrantío, riveras, cunetas y otros. Pueden vivir del orden de 2.000 especímenes por hectárea, y de ellos se podrían escribir cientos de folios, pero no es objeto del artículo.

Sin embargo, aparte de los grandes males que los pequeños roedores han ocasionado a los labradores, no se puede pasar por alto los efectos nocivos de estos animales que pueden ser vehículo de transmisión de grandes enfermedades, no solo a la fauna, sino también a los humanos. Véase la leptospirosis, la listeriosis, la tularemia…

¿Es decir que por alimentar a las aves rapaces surgieron los topillos? ¿De dónde vinieron? ¿Dónde estaban? Porque después hubo que matarlos. ¿Cómo? Sencillamente con venenos y cientos de inventos que los agricultores tuvieron que discurrir con su propia imaginación. También, con permisos, se quemaron miles de hectáreas de rastrojos, pero sin resultado porque los roedores cavan las galerías más profundas donde el calor del fuego no llega.

El empleo de los venenos si no se manejan debidamente, con toda seguridad, causan más daños que beneficios. ¿Cuántos animales han muerto por el mismo efecto de los venenos? ¿Cómo colocarlo en lugares adecuados, que no dañen otras especies? ¡Imposible! La manipulación de los venenos hay que pensársela muy mucho porque una vez colocados, el escenario es irreversible. Estos productos fitosanitarios son de dos tipos de rodenticidas: los agudos y los anticoagulantes. Los primeros actúan inmediatamente, pero son extremadamente peligrosos pues no solamente pueden intoxicar a las personas que los maneja, sino también a la cadena trófica, matando multitud de animales sin razón. Los segundos son más ajustados, pero sin duda los más apropiados para las plagas de topillos, como el caso que nos ocupa. Sin embargo, son necesarios permisos especiales y un estricto control, comprobando en todo momento su autenticidad (algo muy difícil en el momento en el que vivimos, que cada cual hace lo que le venga mejor para sus intereses).

Después, parece ser que los “expertos” aconsejaron la suelta de culebras por los campos de Zamora… ¿topillos? ¿venenos? ¿quemar pastos? ¿culebras?… ¿y qué más?

Sobre la Clorofacinona, que procede de la Indandiona, los estudios que se han realizado demuestran que es mucho más tóxico que la Warfarina sobre todo en el ratón doméstico, usándolo como cebo o simplemente parafinados en pellets. Al ser un veneno anticoagulante, se corre el riesgo real que llegue a todo tipo de animales, no solamente roedores y topillos, sino también a toda la cadena de animales que habiten en su medio ambiente (Estudios de la Prevención y control de infestaciones de Brooks y Rowe en 1979).

Los problemas vienen después con denuncias por delitos contra la salud pública por haber dejado esparcir la Clorofacinona en forma de granos por miles de hectáreas de Castilla y León. Uno pasa el dilema a otro “y la casa sin barrer” habiendo ingerido millones de animales la sustancia, que sin culpa murieron por tratar de arrasar a los topillos por medio de una cadena de experimentos que muy bien pudieran “haberse realizado con gaseosa”.