Mujeres trabajadoras en Tierra de Pinares

  • Como homenaje a las mujeres trabajadoras, cuya celebración es el embrión del actual Día Internacional de la Mujer, conocemos a varias de ellas que sin ser las más mediáticas son ejemplo de esta conmemoración

 Juan J. Villalba Pinilla

El pasado miércoles se celebraba el Día Internacional de la Mujer. El origen de esta conmemoración, que recuerda la lucha de las mujeres por su participación en la sociedad y su desarrollo íntegro como persona, en pie de igualdad con el hombre, y que hasta hace años se denominaba como Día Internacional de la Mujer Trabajadora, tiene su origen en 1957. El 8 de marzo de aquel año un grupo de obreras textiles decide salir a las calles de Nueva York a protestar por las míseras condiciones en las que trabajan, en lo que será una de las primeras manifestaciones para luchar por los derechos laborales.

Como homenaje a este origen hemos hecho un recorrido por algunos pueblos de Tierra de Pinares para conocer a mujeres trabajadoras. No son mediáticas, pero todas ellas son un ejemplo claro del espíritu de esta conmemoración.

  • Gema, Mª Antonia y Soledad. 

La primera parada será en Íscar. Allí conocemos a Gema Martín, Mª Antonia Domínguez y Soledad Martín que, además de trabajadoras, son integrantes de la asociación Punto de Partida coorganizadora junto al Ayuntamiento de la localidad de las actividades de las actividades municipales relativas a esta celebración.

Gema es peluquera. Comenzó en el sector a los 19 años  por vocación, porque como ella misma señala “me gusta ver a la gente arreglada y guapa. Hacerles sentir que están genial”. Como trabajadora autónoma, es juez y parte en su trabajo lo que significa, entre otras cosas, no ceñirse a una estricta jornada laboral sino que esta varía en función de las necesidades. Como todo en la vida, su trabajo tiene claros y oscuros: en los primeros, la cara de satisfacción de la gente al verse guapos. En los segundos, las horas que se pasa de pie al día. Pero como balance, define a su periplo laboral como “26 años maravillosos y muy productivos”. Tal es así que si volviera a nacer volvería a ser peluquera pues es algo que le encanta.

Mª Antonia es operaria en una empresa de alimentación aunque la mayor parte de su bagaje laboral, 30 de los 42 años que lleva activa, los desarrolló como administrativa. Aunque confiesa que  las motivaciones para comenzar a trabajar fueron por imposición familiar y que si su historia se repitiera se “prepararía para ser una trabajadora profesional de algo que me apasionara” considera que durante estos más de 40 años ha “trabajado responsablemente” y en ese sentido se siente realizada. De su trabajo destaca el ambiente con sus compañeros como lo más positivo y la necesidad de tener que desplazarse a diario como la parte negativa.

La última de las iscarienses con las que hemos contactado para este artículo es Soledad Martín. Manipuladora de alimentos desde hace 20 años considera su jornada laboral como “monótona”. Pero a pesar  de ello y de desempeñar un trabajo repetitivo, no duda en responder afirmativamente cuando se le pregunta por si volvería a repetir la experiencia en una segunda vida puesto que su relación con el mundo laboral le ha permitido adquirir nuevos conocimientos.

  • Ana Jesús López Sanz. 

Desde Íscar vamos hacia Aldeamayor de San Martín. Allí conocemos a Ana Jesús López Sanz, que trabaja en la panadería familiar desde hace cerca de 40 años. Ella forma parte de la segunda generación de un negocio, Panadería López, que nació de la mano de sus padres a finales de la década de los 50 del siglo pasado. Su jornada arranca a las 5 de la mañana y se extiende hasta mediada la tarde y, en su caso, combina tanto la elaboración de los diferentes productos en el horno como la venta de los mismos en el despacho que tienen en la Plaza Mayor. Y eso un día tras otro, sábados, domingos y fiestas de guardar incluidas, salvo dos fechas al año como son el día de Navidad y el Día de Año Nuevo. Quizás esa sea, la de trabajar la práctica totalidad de los días del año, la parte más negativa de un trabajo que para Ana “no es mal oficio” pero que se replantearía si el tiempo retrocediera.

  • Isabel Fraile Esgueva (Foto Gabor Mark Ladiszlai)

De Aldeamayor saltamos a Viana de Cega para conocer a Isabel Fraile, quien desde hace 20 años regenta un kiosko en una de las céntricas calles del casco antiguo. Como ella misma explica, “vino todo por casualidad. Quería emprender un negocio, estuve barajando alternativas y al final salió la oportunidad de que el dueño del otro kiosco se iba a jubilar. Me arriesgué y aquí sigo”. El hecho de ser autónoma hace, como en alguno de los casos anteriores que hemos conocido, que su jornada laboral sobrepase la jornada tipo alargándose a las 9 horas diarias en invierno y alguna más en verano. Quizás sea esa, la de la extensa jornada laboral y sobre todo las horas que dedica los fines de semana, la parte más ingrata de su trabajo que, por otra parte, se ve compensada con el trato cercano con los vecinos, especialmente con los más pequeños. Como conclusión, Isabel hace un balance positivo de su experiencia laboral.

  • Carmen Berzosa ‘Carmita’

Cerramos este recorrido en Boecillo para hablar de Carmen Berzosa ‘Carmita’, ejemplo de mujer trabajadora quien, desgraciadamente, falleció el pasado mes de febrero a la edad de 79 años.  Sus inicios en el mundo laboral hay que buscarlos en la década de los 60 como teleoperadora, conectando las conversaciones telefónicas de los vecinos de Boecillo mediante un cable y dos clavijas en la centralita ubicada en la tienda que sus padres tenían en la Plaza de los Condes de Gamazo. A principio de los 70 ‘Carmita’ se hizo cargo, junto a su marido, de la panadería que desde 1960 regentara su padre en la calle Germán Gamazo y Calvo. En este oficio permaneció, madrugando mucho y alargando su jornada laboral hasta entrada la noche para atender la tienda que complementaba el negocio, hasta que le llegó el momento de su jubilación a la edad de 64 años. Y eso, compatibilizándolo con lo que ahora se llama “conciliación de la vida familiar y familiar” cuidando ascendencia y descendencia y haciendo gala además de una intensa vida social muy arraigada a las tradiciones y costumbres de su pueblo.

Dicen sus hijos que frente al frenesí actual, en el que nos quejamos de que no nos da tiempo a hacer algunas de las cosas que nos gustaría, a su madre “le daba tiempo a todo”. Además, para muchos vecinos, esta hija de la villa siempre fue “un referente” en Boecillo y recuerdan aquello de “vamos a casa de ‘Carmita’” cuando iban a su tienda a comprar.