Karra Elejalde: «Estoy aquí por militancia. Los festivales de cortos sois la verdadera cantera de la futura industria del cine»

  • «Yo no quería ser actor, yo era gracioso: los profesores me decían ‘Elejalde cierre la puerta por fuera’», ha recordado el intérprete antes de recoger el Roel de Honor de la Semana de Cine de Medina del Campo

 

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Karra Elejalde no cree «en la tómbola de los premios», pero ha acudido a recoger el Roel de Honor de la Semana de Cine de Medina del Campo «encantado y muy agradecido». «Esto es en lo que uno tiene que militar. Los festivales de cortos sois la cantera de la industria cinematográfica española», ha declarado. Hacer una película en España puede costar de dos a cuatro millones y «nadie pone esa tela» si el director no tiene una experiencia previa gracias a los certámenes de cortometrajes, ha aclarado.

Como vasco, a Karra Elejalde le han preguntado muchas veces por qué hay tantos directores en su tierra. «Allí teníamos festivales de cortos muy fuertes y escuelas de cine. Hay pasión, lugares donde estudiar y festivales donde mostrar tu solvencia», ha sentenciado en su defensa de esa cantera y del propio género. Porque para el actor «dos fotogramas pegados ya son cine» y el talento se demuestra independientemente de la duración de la película. Y por eso, ha insistido en la rueda de prensa previa a la entrega del reconocimiento de la 36 SECIME, ha acudido a Medina como «un acto de militancia».

Su trayectoria, ha recordado, está ligada a directores noveles pero con experiencia previa en el cortometraje. «He sido actor de más de veinticinco nuevos realizadores y más de veinte ya habían hecho cortos (Bajo Ulloa, Álex de la Iglesia, Vigalondo,  Medem…), personas que para convencerme de que trabajara en su proyecto solo tenían una opción, que tuvieran un cortometraje. Medem tenía dos cortos maravillosos. El mundo de los cortos ha convertido a cineastas con mucha ilusión en cineastas consagrados. Tengo datos fehacientes para deciros que son muy necesarios los festivales de cortos. Por eso estoy aquí, milito en esto», ha reiterado.

Al margen de esa defensa, el intérprete alavés quitó hierro al hecho de recibir premios. Con dos Goyas en su haber, ha asegurado que es más difícil conseguir uno al actor de reparto que al protagonista, solo por una probabilidad matemática. «El premio es trabajar y estar nominado», ha dicho antes de relativizar también los papeles de éxito En su caso, ha dicho, no era peor actor antes del estreno de Ocho apellidos vascos. «Lo peor que me puede pasar es volver a ser electricista, pero para entonces ya estaría jubilado», ha bromeado.

Karra Elejalde ha recogido el Roel de Honor de la Semana de Cine de Medina por toda una trayectoria que empezó sin querer, según ha dicho. «Yo no quería ser actor, yo era gracioso, los profesores me decían ‘Elejalde cierre la puerta por fuera’».

CONVERSACIONES DEL SIMÓN RUIZ

En las actividades paralelas de la 36 SECIME, las Conversaciones del Simón Ruiz celebradas en la mañana del sábado han puesto sobre la mesa el asunto siempre candente de «Cine: arte o industria (Modelos de financiación pública y privada)». Sobre ello han debatido, moderados por el director y productor Javier Espada, el director en funciones de la Seminci, Javier Angulo; la directora de la Spain Film Commission, Teresa Azcona; el gerente de la Agencia Freak, Millán Vázquez; el productor, director y  asesor en materia audiovisual de la Comunidad de Madrid, Nacho Carballo, y la gestora cultural en la Casa de México en Madrid Vania Rojas.

«Evidentemente es arte; puede ser negocio, porque es una industria; pero es la punta del iceberg de la cultura y de la imagen de modernidad de un país en el mundo», ha defendido Angulo para reivindicar «un cine bien apoyado» y modelos que protejan las producciones propias, como el de Francia. En la misma línea se ha situado Teresa Azcona, que rechazó el aparente oxímoron «industria cultural»: «se está confundiendo industria con lucro, industria es creación de valor, de riqueza, de empleo, y eso se hace con apoyo público. El cine es importante por el impacto no solo económico sino de imagen», ha remarcado antes de rechazar el término despectivo de «cine subvencionado», porque también lo son otros muchos sectores, un aspecto en el que han insistido otros de los participantes en el encuentro.

También conforme con el término aplicado el cine, que no deja de ser una industria que crea «un producto que se llama cultura», Nacho Carballo ha abogado por ampliar  la expresión y hablar de «industria audiovisual», porque no debe dejar aparte, a su juicio, un sector tan importante como el de los videojuegos. Y con ese sentido amplio, ha subrayado el que fuera responsable del Festival de Cine de Gijón, debe fortalecerse en muchos aspectos, entre ellos el de los profesionales, ya que supone un nicho de empleo en el que constantemente se están demandando perfiles de localizadores o jefes de producción y otros especialistas.

Las fórmulas de protección al cine propio han acaparado buena parte de la conversación. Un ejemplo expuesto es el de México, donde, como ha detallado Vania Rojas, los últimos cuatro o cinco años se han saldado con cerca de 200 películas al año gracias al apoyo institucional. Pero no todo es idílico, ha matizado, ya que apenas el 10% de los 320 millones de espectadores de cine mexicanos ven cine propio y una sola película del «vecino del norte» puede llevar a las butacas tanto público como todas las mexicanas.

Ese último aspecto ha sido trasladado al caso español, donde las       propuestas con sello nacional también se ven menos y tiene menor cuota de pantalla que las foráneas. De nuevo Angulo ha mirado hacia Francia, donde «cualquier ciudadano, cuando va a ver una película francesa, tiene la conciencia de que está contribuyendo a la industria y a la imagen del país» y donde la cuota de pantalla de las producciones nacionales es del 60%, un porcentaje que en España lo acapara el cine estadounidense. El apoyo en las televisiones, también a un género como el documental, marcan igualmente las diferencias, ha señalado.

Sobre el apoyo concreto al género del cortometraje, el distribuidor Millán Vázquez, ha valorado el papel que juegan los certámenes «para acercar un cine inaccesible en muchos casos y para generar público» y ha reclamado un mayor respaldo por parte de televisiones y plataformas. No obstante, ha reconocido que el corto vive «un momento interesante» en el que han crecido las ayudas a películas de autor y ha aplaudido que los festivales estén apostando por «laboratorios, foros, encuentros…» en los que se pueden «incubar nuevas formas para hacer el cortometraje rentable».

Ante un auditorio integrado mayoritariamente por estudiantes de Bellas Artes de la Universidad de Salamanca, y más concretamente del Máster de Historia del Arte, los ponentes reunidos en las Conversaciones del Simón Ruiz lanzaron también un mensaje de aliento a los futuros profesionales ante la aparición de nuevos perfiles en el sector, vinculados a aspectos como el sello verde para lograr producciones sostenibles.