Unas breves líneas sobre la figura de San Pedro Regalado

No hubo persona en Valladolid tan popular ni tan aclamada, ni que durante tantos siglos despertara tantos entusiasmos  como san Pedro Regalado.

Carlos Cerro Santos

Actualmente sólo nos acordamos de él hoy día 13 de Mayo. Simplemente es debido a los cambios producidos en nuestra sociedad, que poco tiene que ver con las de antaño, aquellas sociedades sacralizadas y en las que los héroes más aclamados no eran los de hoy, sino los santos, y en mayor medida los que se habían significado por su fama de hacedores de milagros, cuanto más numerosos y llamativos mejor.

Periquillo de Valladolid, Fray Pedro de Valladolid o Regalado, pasó su vida como superior del Abrojo (Laguna de Duero) y de la Aguilera (Burgos), pero también era conocido por el compromiso que tenía hacia los pobres y más necesitados de los pueblos del Duero. Los milagros incontables y sonoros que se le atribuyeron son la mejor  expresión  de cómo veía aquella sociedad campesina al fraile, como un fraile cercano y bueno que murió en 1456 con 66 años en la Aguilera.

Y es que en estas nuestras tierras castellanas se dio el milagro que más marcó la vida del santo patrono de los toreros. Cuenta la historia que el fraile caminaba con un compañero desde el Abrojo a la Aguilera en un día en que se corrían toros en la villa, y el más bravo y fiero se escapó de la plaza dirección al Abrojo,(se dice que la procedencia de aquel toro posiblemente fuera de aquellas reses que pastaban en los terrenos  salgueros del Raso de Portillo). El santo esperó al morlaco de una forma segura y cuando llegó el bóvido, en vez de cornearlos, se postró rendido, puso las rodillas en la tierra, besó el suelo, y quedó quieto como un corderillo. El santo ante semejante situación, le retiró los arpones y hierros que el animal tenía clavados y bendiciéndolo, mandó al toro que se fuera. El toro obedeció y se apartó, momento en el que volvió a demostrar su fiereza hacia todo aquel que se le acercaba y no fuese el fraile. Aquellos hombres dejaron ir libremente al animal aclamando la santidad del fraile y publicando aquel suceso.