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Silencio… y lo sabes

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Siempre hay alguien al que cabe decirle: ¡Silencio! Un toque de atención a tiempo es una bendición en muchos casos.

Saúl N. Amado

El otro día, estando en el teatro, minutos antes de comenzar la función, una voz de hombre profunda –y casi de ultratumba– pronunció para todos los allí presentes: “Silencio, la representación va a comenzar. Les recordamos que apaguen sus teléfonos móviles…”. Dicho quedaba algo que se daba por sentado. La pena es que a algunos eso les entra por un oído y les sale por el otro; es más, incluso les molesta o les irrita. Sé que el gesto de sacar el móvil del bolsillo ­–si es que no lo tienes en la mano viendo un WhatsApp de esos con la cara de Julio Iglesias acompañado del famoso “y lo sabes”– bueno, volviendo al tema, sé que es un gesto un tanto cansado a la par que costoso. Lo sé, supone un gran esfuerzo. Y no te quiero contar lo que cuesta y lo fatigado que es mover tu precioso dedito –cualquiera de los cinco, son igual de preciosos– y tocar el botoncito de bajar volumen y que se ponga tu teléfono inteligente –que en la mayoría de situaciones lo es más que tú– en silencio, o como poco, en modo vibración. Sí, créeme que lo sé, sé que es un ejercicio bastante duro, digno de cualquier prueba física en un gimnasio. Pero como sé que también eres de esos que les gusta mandar WhatsApp con frases e imágenes eufóricas y de superación como las de Michael Phelps o Usain Bolt ("No te puedes poner ningún límite, no hay nada imposible"), pues aplícatelas, majete. Tú puedes con ello y con más. ¡Silencia el telefonito!
Bastante ha hecho el amigo de la voz grave avisándote –o más bien dándote un toque de atención– para que tu magnífico smartphone se vaya a dormir la siesta la hora y media que dura la función.

Así que, querido amigo, siendo conocedor del suplicio y gran trabajo que te supone hacer tal acto, ponte en la piel de ese hombre “invisible” que te habla instantes antes del comienzo de la representación y no le hagas hacer el gran esfuerzo –te aseguro que es mayor que el tuyo– de volverte a llamar la atención otra vez.

Silencio, se rueda. Y lo sabes.

 

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