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«REY ARTURO: LA LEYENDA DE EXCALIBUR», DE LA CAMA DE UN BURDEL A REY

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No defrauda la película en ningún momento, con un tratamiento visual y una narrativa audiovisual muy trabajada
Se trata de un blockbuster que bebe de Juegos de Tronos, y esto es debido a que cuenta con la participación de Gemma Jackson, la directora de producción de esta serie

Martha Tena Juárez

El Rey Arturo, la leyenda de Excalibur, un blockbuster que bebe sin cesar de la serie de Juegos de Tronos, y esto es debido a que cuenta con la participación de Gemma Jackson, la directora de producción de la misma.

Los efectos especiales de esta cinta no dan tregua, comenzamos el film con una batalla en la se dislumbra estos efectos con  el ataque de elefantes gigantes y magia. La verdad es que, la cinta no defrauda en estos tratamientos en ningún momento.

Tras este apasionante inicio, Guy Ritchie, el director de film, apuesta al más puro estilo bíblico, por salvar la vida del príncipe Arturo, como si de un Moisés se trata desde las profundidades del castillo y tras una lucha faraónica entre el Rey y su hermano, el príncipe, en una canoa salva la vida tras ser lanzado al río.

Donde llegará a Londonium y será recogido por una prostituta a las orillas del río. A partir de estas tre sescenas, el ritmo del film coge una velocidad estrepitosa, debido al montaje de la película. Pero no será la única coincidencia con otras películas y series que ha rodado Guy Ritchie. El decorado y localizaciones son parecidas a la serie de Sherlock Holmes.

Y guiños a films tarantinos, el diálogo a la oreja de Reservoir Dogs y las enseñanzas de artes marciales parecidas a la película El hombre de los puños de hierro.

Excelente interpretación de los actores, sobretodo la de Jude Law, en el papel de Vortigern, en la que se caracteriza por esa teatralidad típica del cine de los años 60.

No defrauda la película en ningún momento, con un tratamiento visual y una narrativa audiovisual muy trabajada. Eso sí, con guiños y cameos a otras películas sobre el Rey Arturo. La intención de Guy Ritchie sigue siendo la misma, entretener mediante blockbuster con ritmos acelerados y dotados de grandes efectos especiales, aunque sigue fallando una y otra vez en esos saltos de planos y en el montaje de algunas secuencias, en las que el espectador no reconoce si se trata de una flashback y analepsis o el director sigue desarrollando la trama.

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