Los hombres de Aldeamayor vuelven a mostrar su rechazo a la violencia de género

  • Decenas de vecinos del municipio acudieron hasta la Plaza Mayor para participar en la tercera edición de las ‘Ruedas contra la violencia de género»
  • Este acto, en el que se volvió a dar lectura a un manifiesto, se desarrolló en treinta y dos municipios de la provincia de manera simultánea

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Por tercer año consecutivo decenas de vecinos de Aldeamayor de San Martín volvieron a organizarse en círculo para mostrar su rechazo a la  violencia de género. Fue de manera simultánea a otras 31 localidades de la provincia de Valladolid que forman la ‘Red de municipios contra la violencia de género’.

En el año 2017, Valladolid, Laguna de Duero, Medina del Campo, Aldeamayor de San Martín, La Cistérniga, Fuensaldaña, Íscar, Medina de Rioseco, Portillo, Renedo, Tordesillas y Tudela de Duero pusieron en marcha esta iniciativa a la que en 2019 se sumaron Castronuño, Mojados, Mucientes y La Seca. En esta edición de 2019 se suman a la iniciativa los municipios de Bobadilla del Campo, Cabezón de Pisuerga, El Campillo, Cigales, Fresno el Viejo, Hornillos de Eresma, Matapozuelos, Quintanilla de Onésimo, San Miguel del Arroyo, Santibáñez de Valcorba, Sardón de Duero, Serrada, Velascálvaro, Viana de Cega, Viloria y Villanubla. Fresno el Viejo tiene la Presidencia de la Red en representación de los municipios de menos de 1.000 habitantes, y la Vicepresidencia la ejerce Íscar como municipio mayor de 1.000 habitantes.  Han solicitado su adhesión otros doce, que la harán efectiva en 2020.

La Red, pionera en Castilla y León y en el conjunto del Estado Español, está coordinada por la Diputación Provincial de Valladolid y ASIES (Asociación: “Igualdad es Sociedad, Derechos y Oportunidades para Colectivos en Desventaja”), con la que se ha firmado recientemente un convenio de colaboración.

El acto de Aldeamayor de San Martín dio comienzo pasadas las 20:00 horas en la Plaza Mayor la bienvenida de la coordinadora del área de Cultura del Ayuntamiento de Aldeamayor, Carmen Pérez, quien pidió a los hombres presentes que dieran un paso al frente y se colocaran en círculo siguiendo la estela de unas velas colocadas sobre los adoquines de la Plaza Mayor para, una vez conformado este círculo, pasar la palabra a la concejala de Igualdad del Ayuntamiento de Aldeamayor, Mónica Fernández Matas.

Además de dar las gracias a todos los presentes en la Plaza Mayor, la responsable del área explicó los motivos de la elección del alcalde de la localidad, Fernando de la Cal Bueno, como encargado de dar lectura al manifiesto de este año. Entre otras razones, la edil destacó del regidor “ser una persona que durante muchos años ha trabajado para defender los derechos de las trabajadoras y los trabajadores y haber formado un equipo de gobierno con cinco mujeres y dos hombres”.

Antes de dar lectura a las palabras escritas por Octavio Salazar Benítez, profesor titular de Derecho Constitucional de la Universidad de Córdoba, el alcalde dio las  gracias a los varores presentes en el acto puesto que “representamos a los hombres que dan la cara ante las personas que maltratan o no tratan en condiciones a las mujeres”.

MANIFIESTO 2019: ES URGENTE UNA REVOLUCIÓN FEMINISTA

“En el pasado mes de junio, y justamente en Córdoba, mi ciudad, llegamos a la simbólica cifra de 1.000 mujeres asesinadas por violencia de género, si tenemos en cuenta el recuento oficial de víctimas que se realiza desde 2003. Desde entonces, lamentablemente, el número no ha dejado de crecer. Un número que es de víctimas, pero también de asesinos. Es decir, desde el año 2003 más de 1.000 hombres han asesinado a sus mujeres o compañeras. A los que habría que sumar los cientos de miles que las han maltratado física y psicológicamente. Todos estos delincuentes solo tienen un elemento en común: son hombres. Hombres machistas. Los hay de todas las edades, clases sociales, formación o nacionalidades. Lo único que comparten es ser parte activa de una cultura en la que nosotros tenemos el control y el dominio sobre las mujeres, sobre sus cuerpos y su sexualidad, sobre sus trabajos y sus capacidades. El contrato sexual sigue siendo la base de un pacto social que sigue estableciendo divisiones jerárquicas entre lo masculino y lo femenino, y que además justifica y normaliza el uso de la violencia por parte de la mitad, la nuestra, sobre la otra mitad, la vuestra.

Ante esta dramática realidad, que hace que nuestras democracias sean imperfectas en cuanto que las mujeres viven una ciudadanía devaluada y en permanente peligro, es necesaria una auténtica revolución. Empiezan a sobrar los minutos de silencio, los golpes de pecho institucionales y el mercadeo electoral. Falta una transformación política que permita que mujeres y hombres seamos considerados equivalentes, con iguales oportunidades y derechos, de manera que las dos mitades se cuiden, se reconozcan y se abracen.

Esta transformación, que es la que hace siglos lleva reclamando el feminismo, exige de manera urgente que los hombres no solo nos posicionemos a favor de la igualdad y en contra de la violencia, sino que revisemos la masculinidad en la que hemos sido forjados y la cultura machista en la que hemos sido educados y de la que somos cómplices. Todos y cada de uno de nosotros, aunque individualmente no seamos violentos, ni maltratadores, ni agresores sexuales, ni acosadores, somos parte de un modelo social, político y cultural que alimenta nuestro poder y, en paralelo, la subordinación de las mujeres. Un modelo que cada día contribuimos a mantener cuando reproducimos comportamientos y gestos machistas, o cuando simplemente mantenemos silencio frente a los iguales que a nuestro alrededor son violentos, maltratadores, agresivos, acosadores, o denigran a las mujeres con comentarios, gestos y actitudes.

Tenemos que romper ese silencio cómplice, de la misma manera que tenemos que acabar con esa regla básica del patriarcado que condena a las mujeres a no tener voz. Y debemos empezar a construir otro modelo de relaciones afectivas y sexuales en las que superemos al fin la concepción de que las mujeres existen para satisfacer nuestros deseos y necesidades.

Es urgente pues una revolución feminista de la cultura, de la sociedad, de la política. Necesitamos nuevos métodos, nuevas palabras, más voces de las mujeres que enlacen las que han de escucharse en el presente con las que invisibilizamos en el pasado y con las que serán las ciudadanas del futuro.

Es urgente una transformación feminista de los hombres, que seguimos siendo educados para ser los héroes de la película.

Es urgente que una educación feminista penetre en las escuelas, en las familias y en todas las instancias que nos socializan.

Es urgente que tengamos gobiernos de mujeres y hombres feministas, con agenda y prioridades feministas, con recursos y presupuestos a favor de la igualdad, porque la igualdad cuesta y sin igualdad seguirá habiendo violencia.

Es urgente que superemos la esencia depredadora que alimenta el alma de quienes dominan el mundo y que convirtamos la ética del cuidado en el salvavidas de un planeta que pide a gritos de fuego y agua una revolución ecofeminista.

Y es urgente, aunque pueda parecer una obviedad, dejar claro que el feminismo no es una identidad, sino una práctica y que su objetivo final es construir un mundo de seres equivalentes y en el que al fin hayamos erradicado las estructuras de dominio y por tanto violentas que nos confirman a los hombres como reyes de la casa, de los países y del universo.

Es urgente porque nos va la democracia en ello y sobre todo la vida de tantas mujeres que justo ahora, en este momento, y por el hecho de serlo, están siendo violentadas, y asesinadas, en cualquier lugar del planeta”.

Leído el manifiesto el alcalde pidió a los hombres presentes se dieran las manos para acto seguido solicitárselo a las mujeres que se hallaban en el foro. El acto concluyó con el traslado de las velas al corazón del gran lazo blanco que presidía la plaza.