La imaginería vianera de Miguel Ángel Tapia presente en Portillo durante el fin de semana

El imaginero vallisoletano participó en la I Edición de la Feria de Arte Sacro y Semana Santa celebrada en el Centro Provincial de la Artesanía de Portillo a lo largo del fin de semana. Tapia, además de mostrar alguna de sus creaciones en un stand, impartió una conferencia  sobre el proceso de la imaginería castellana.

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Hablar de Miguel Ángel Tapia es hablar de imaginaría castellana. En su taller de Viana de Cega, "Aquí se hacen Santos" este vallisoletano de 48 años es capaz de convertir un trozo de madera de nogal español o de pino de Soria, que era la que utilizaban los talleres tradicionales de la Escuela Castellana como el mismo apunta, en una auténtica obra de arte. A partir de esa materia prima, el laborioso trabajo de cincel va dando forma a lo que poco a poco se irá asemejando a la imagen de un Cristo, una Virgen María, un santo o personaje bíblico o también a unas andas o una carroza en las que procesionar alguna de las anteriores.

Durante el pasado fin de semana se le ha podido encontrar en Portillo, en el Centro Provincial de la Artesanía, promocionando su obra y compartiendo sus conocimientos de tú a tú a pie de stand o en una conferencia que ofreció en la tarde del domingo en la que describió el proceso de elaboración de las tallas. “Es bastante laborioso –indica- pues en él se aglutinan hasta cuatro o cinco oficios distintos que van desde el carpintero que prepara la madera, a el escultor que la talla, el pintor que la prepara para la policromía con la pintura al óleo para las carnaciones, y los de dorador, realizador de estofados, etc. que son propios de otras disciplinas”. Con tal cantidad de trabajo, el proceso de elaboración de una de sus obras dura como mínimo un año “y no trabajo más en ella porque está la Semana Santa encima y los encargos se hacen de un año para otro coincidiendo con estas fechas” concluye el de Viana.

De los imagineros modernos, Tapia es uno de los que más material aporta a la Semana Santa de Valladolid y aunque los siglos le separan, su nombre está unido como clásico de esta semana de pasión a los de Juan de Juni o Gregorio Fernández. Además de para la Semana Santa pucelana, este artista ha elaborado en su taller de Viana de Cega, donde lleva instalado ya 20 años, las imágenes del Cristo Resucitado y la Virgen de la Alegría que se encuentran el Domingo de Resurrección de la  Semana Santa de Soria así como multitud de tallas que están repartidas en iglesias vallisoletanas y sorianas. Como ocurre con los padres, que dicen sentir más orgullo del último hijo llegado a este mundo, él afirma que la creación de la que siente más orgullo es de la última que ha realizado, concretamente el de un Malco, aquel al que San Pedro le cortó una oreja durante el prendimiento de Cristo, y que ha completado el paso de la Oración del Huerto que los vallisoletamos pueden contemplar a lo largo del Triduo Pascual. Por las críticas recibidas, y por su estilo, que recuerda bastante al de Gregorio Fernández, otras de las obras por las que siente especial cariño es su Cristo Yacente. De hecho, comenta el escultor, “algún periodista me ha preguntado si soy discípulo de Fernández. De  copiar o de estudiar a los buenos, algo bueno tiene que quedar”.

Tapia es miembro de las cofradías vallisoletanas La Oración del Huerto y San Pascual Bailón, para la que ha realizado los pasos de El Prendimiento y el citado La Oración del Huerto y de la Cofradía del Santo Sepulcro y Santísimo Cristo del Consuelo a la que ha aportado la imagen de la Virgen de la Alegría, que recorre las calles de Valladolid el Domingo de Resurrección, y un Cristo Yacente que es previsible que en breve salga en procesión sustituyendo al actual cedido a esta cofradía. 

En cuanto al debate existente de si las imágenes deben salir de los templos con riesgo de lluvia, Tapia no tiene un criterio unívoco puesto que “como creador –afirma- yo las realizo para que salgan y las cofradías quieren que salgan. Yo estoy vivo, si hay que restaurarla se restaura y vuelve a salir. Por otro lado, conservar piezas que tienen 400, 500 o 600 años es muy difícil porque se dañan simplemente con la humedad ambiente; yo me pondría de los dos lados”.