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EL SECTOR APUESTA POR EL BINOMIO PÚBLICO-PRIVADO EN EL ÁMBITO DE LA DISTRIBUCIÓN PARA POTENCIAR QUE EL CORTOMETRAJE LLEGUE AL GRAN PÚBLICO

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Las Conversaciones del Balneario se centran en la 31 edición de la Semana de Cine de Medina del Campo en las diferentes vías con que cuentan en la actualidad directores y productores para la difusión de sus trabajos, una cuestión en la que los festivales  juegan papeles destacados

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Las Conversaciones del Balneario han puesto el foco de atención, un año más, en la realidad del cortometraje en España, esta vez, desde el ámbito de la distribución. Así, la Semana de Cine de Medina del Campo ha reunido en su 31 edición a cuatro profesionales del sector para reflexionar sobre uno de los puntos más controvertidos del género: Carmen Serrano, de la Unidad de Cine y Audiovisuales de la Junta de Andalucía; Txema Muñoz, responsable del catálogo Kimuak de distribución del cortometraje del País Vasco; Luis M. González, director del Festival de Cine de Alcalá de Henares; y Víctor M. Muñoz, de la plataforma de visionado online Festhome. El moderador del encuentro ha sido Millán Vázquez, director de la Agencia Freak, referente en la distribución de cortometrajes nacionales en el extranjero.

Precisamente, ha sido Vázquez quien ha abierto el debate con una pequeña introducción al panorama actual de la distribución de cortos en nuestro país. Así, ha señalado las diferentes alternativas con que cuenta un director o productor a la hora de mover sus trabajos: auto-distribución, a través de plataformas digitales; inclusión en programas públicos de distribución, promovidos desde las Comunidades Autónomas (en estos momentos, existen ocho); distribución privada, que supone un desembolso económico por parte de los propios directores y productores; y distribución comercial a nivel internacional, principalmente, a través de televisiones o Internet. Diferentes vías para un mismo objetivo: que los cortometrajes lleguen al público. Distintas opciones que, en suma, buscan la supervivencia del género más allá de los festivales.

El Gobierno Vasco fue una de las administraciones pioneras en la puesta en marcha de programas público de apoyo a la distribución de cortometrajes, Kimuak, que desde hace dos décadas apuesta por producciones realizadas en el País Vasco. Txema Muñoz, responsable del programa, ha apuntado: «Nuestros fondos son totalmente públicos y eso es fantástico, pero nos tenemos que adaptar a ciertas restricciones y normas. Por ello, tenemos limitaciones inherentes, no tenemos capacidad de negociación porque todos los cortos y todos los festivales son iguales para nosotros, pero ganamos en claridad: lo que se ve es lo que hay». Kimuak, que arrancó hace ya dos décadas y recibió ayer viernes el homenaje del festival medinense, trabaja cada año, de media, con siete cortometrajes. «Lo más valioso de nuestra actividad es que hemos creado un fondo de cintas para que sigan vivas, es un paso importante que hemos dado para no limitar la explotación de un corto a un año».

Muñoz ha avalado también el papel de las distribuidoras privadas: «Conocen los festivales, saben lo que están buscando, le hacen un vestido al cortometraje para presentarlo exactamente como debe presentarse para que sea seleccionado, y eso es fundamental en un momento como este, en el que la competencia es brutal». Carmen Serrano, por su parte, ha resaltado el valor de los programas públicos, que potencian «la desaparición de las barreras con los creadores para facilitar que empleen los recursos de la administración». Ha añadido, además, que este tipo de iniciativas son «una herramienta a explotar por los directores más jóvenes, que empiezan».

Todos los participantes en el encuentro han destacado que, pese a las enormes posibilidades que ofrecen las plataformas digitales, el éxito de la auto-distribución pasa por que el director o distribuidor del cortometraje trace una estrategia acorde a sus objetivos. En este sentido, Serrano ha señalado: «En el caso de festivales, por ejemplo, el creador debe focalizarse en aquellos que realmente van a dar a su película el respaldo que necesita, no dispersarse buscando la suerte llamando a todas las puertas, porque así no se están tomando las riendas de la distribución, no estás trabajando para llegar al espectador que te interesa».

Sobre esta cuestión ha expresado su opinión también Luis M. González, en relación a una problemática real a la que se enfrentó el Festival de Cine de Alcalá de Henares, que dirige: «Hemos vivido un proceso de cambio en muy poco tiempo que nos ha desbordado, las plataformas digitales han hecho que ahora inscribir cortos en cualquier festival sea de lo más sencillo. Nosotros pasamos de recibir 120 propuestas a miles. ¿Cómo lo gestionas? ¿Cómo mantienes el rigor si no tienes equipo e infraestructuras suficientes?». Precisamente, el certamen madrileño decidió finalmente no emplear esa vía para la inscripción de cortometrajes y garantizar, así, que «cada película se ve como merece ser vista». Sin embargo, tal y como ha señalado Víctor M. Muñoz, «la exhibición en festivales es el ámbito natural del cortometraje, pero no sólo en España». «Las plataformas de auto-distribución han permitido la difusión de los trabajos, que en otros tiempos fue precaria, y ahora los directores tienen más opciones para decidir en qué términos y con qué objetivos van a hacerla».

Además, Muñoz ha comentado que el visionado online es una de las principales vías, junto con los festivales, para que los cortometrajes lleguen al público. «No creo que los cortometrajes vayan a volver a las salas de cine», ha sentenciado. A este respecto, Serrano ha resaltado el potencial de grandes plataformas como Netflix y HBO, que resultan un escaparate «idóneo» para los cortometrajes. «Ahí tenemos mucho trabajo por hacer tanto desde las administraciones como desde las empresas privadas», ha comentado, «porque esto es una industria y no debemos olvidarnos de que también buscamos beneficios».

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