El retorno de la imagen del patrón a su ermita pone el punto y final de las fiestas de Aldeamayor
- El traslado de la imagen de San Roque desde la iglesia parroquial hasta su habitual residencia, una sesión de fuegos artificiales y una discomóvil conformaron el programa del último día
Juan José Villalba Pinilla
Nueve días después de su traslado desde la ermita anexa al viejo cementerio del municipio hasta la iglesia parroquial de San Martín de Tours, la vieja imagen de San Roque retornaba a su sede habitual.
Si la festividad de La Asunción de Nuestra Señora marca el arranque oficial de estas celebraciones, la del apóstol San Bartolomé, cuyo martirio por despellejamiento ha sido ilustrado por varios pintores a lo largo de los siglos, marca el final de las mismas. Nueve días permanece la imagen en la iglesia parroquial, justo los que históricamente se invertían en el novenario en su honor, ahora trasladado por las fieles de la parroquia a la semana anterior.
Y este fin de fiesta daba comienzo, como marca el manual, con una misa celebrada en la iglesia y tras una procesión por las calles de la villa con un recorrido distinto al del 15 de agosto y con presencia de las autoridades locales, con el alcalde, Fernando de la Cal, a la cabeza, y con alguna visita ilustre como la del diputado nacional del PP, Eduardo Carazo.
Como anécdota, el inicio de la procesión tuvo que retrasarse durante varios minutos a la espera de que cesara la lluvia que comenzó a caer sobre la villa justo antes de que la ceremonia religiosa concluyera. De hecho, cuando la procesión había consumido escasos metros hubo que cubrir a la talla con un plástico para protegerla del líquido elemento.
Pese a las inclemencias no le faltaron al santo jotas en su honor entonadas por los dulzaineros de ‘Tierra de Pinares’ y danzadas por hombres y mujeres, chicos y grandes. Tampoco faltaron los reiterados gritos de ¡Qué viva San Roque’ ni alguna que otra lágrima, en recuerdo de los ya no están, cuando su imagen cruzaba la puerta de la ermita y era colocada sobre la humilde mesa que ejerce de altar.
Por lo menos, mediado el cortejo, la apertura de claros en el cielo posibilitó que se pudiera retirar el plástico y que cerca de media procesión pudiera discurrir normalmente y concluyera con un popurrí de jotas, enlazada una tras otra durante más de diez minutos, en el frontispicio de la puerta.
Con este traslado, con una sesión de pirotecnia y con una discomovida en la Plaza Mayor se ha bajado el telón a una fiestas patronales normales, adjetivo que usamos en contraposición por lo vivido los dos últimos años, que arrancaron el ya lejano 12 de agosto. Asociaciones y colectivos de la localidad –mayores, niños, peñas, etc.- han tenido su protagonismo en el programa con la celebración de actividades específicas para ellos y de otras pensadas para todos los públicos.
Como cada vez que el calendario lo permite, se han separado los días de contenido religioso de los días en los que el toro, uno de los pilares de estas fiestas pese a quien pese, es el protagonista. Los primeros han sido más íntimos y con la participación casi en exclusividad de los vecinos, que ya son más de 6.000 censados, y los segundos han sido testigos de la llegada masiva de habitantes de otros municipios. Visitantes que, en algunos casos, han tenido un comportamiento censurable con actos vandálicos como la rotura de retrovisores en una de las calles de la localidad o peleas en las zonas céntricas de la villa.
El patrón de Aldeamayor reposa ya en su morada. El 15 de agosto de 2023, si todo se desarrolla con normalidad pues lo ocurrido en los dos últimos años nos hace hablar en condicional, las puertas de su ermita se abrirán de par en par y el ciclo festivo dará de nuevo comienzo.
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