El mejicano Diego Silveti sale a hombros por la puerta grande en la corrida flamenca de Laguna de Duero de ayer

Con tres apéndices cortados fue el único de los tres diestros que abrió la puerta grande del cosa lagunero. La feria continua esta tarde con una corrida de rejones con toros del Raso de Portillo para Mariano Rojo, Roberto Armendáriz y Óscar Borjas.

Carlos Cerro Santos

A eso de las seis y diez de la tarde daba comienzo la primera de las corridas de la feria lagunera. Morenito de Aranda, (Aranda de Duero 10-11-85); Román Pérez, (Arlés Francia, 10-03-89), y Diego Silveti, (Irapuato, Méjico, 24-09-85), fueron los matadores que dieron lidia a seis toros bien hechos y bien presentados, procedentes de la ganadería  castellano-manchega  de Los Chospes.

Una corrida atípica, al menos en estas tierras pinariegas, ya que todos los tercios de muleta estuvieron acompañados de la maravillosa voz de la cantaora Silvia Verdugo, a la que acompañó Carlos de Paz con la guitarra. Un detalle que gustó mucho al algo más de un tercio de localidades. La banda musical local y la charanga de la peña El Fregao, también se sumaron a amenizar el festejo.

Tres primeros toros de capa colorada, entregados, con clase, pero flojitos de fuerza y perdiendo las manos.  Los tres siguientes de capa negra zaína, con mucho brío y aire, mucho más encastados y bravos.

 El primero, para Morenito de Aranda, con el que estuvo bastante acertado con el capote, así como en la muleta, pero la media estocada y el uso del descabello hizo que no optase a trofeo. En el segundo de su lote, con una buena faena en general, los aceros le jugaron una mala pasada. Hasta en cinco ocasiones fue necesario su uso para dar muerte al toro, y para remate, tuvo que emplear el descabello. En el primero ovación, en el segundo silencio tras aviso.

El segundo, para el francés Román Pérez, perdió las manos continuamente y el francés hizo una faena dentro de las posibilidades. Una muy buena estocada le hizo obtener trofeo. En su segundo, un toro encastado y muy cómodo, demostró su arte; sin embargo, los reiterados pinchazos -hasta la cuarta estocada no dio muerte al toro- fue lo que robó el trofeo al francés. En el primero oreja, en el segundo silencio.

El tercero de los Chospes, para Diego Silveti, fuera quizás el toro más entregado en su lidia pero el que menos fuerza tuvo de la tarde; un toro que quería pero no podía. Una faena corta pero buena le hizo al mejicano cortar una oreja. En el último del festejo, Silveti salió a la plaza muy entregado con el toro y con el público. Una buena faena, y buen acompañamiento del toro en ella, le hizo al mejicano obtener dos orejas. Lo que le convertiría en el triunfador de la tarde en coso lagunero. En el primero oreja, en el segundo dos orejas y plausos al toro en el arrastre.