El ébola y las bajezas humanas de la sociedad española
Los casos de contagios por ébola de los misioneros Miguel Pajares y Manuel García Viejo y todas las consecuencias posteriores están sacando a la luz muchas vergüenzas. Pero no podernos parar únicamente a valorar las vergüenzas de cargos políticos sino las vergüenzas de toda una sociedad –la española- que parece haber perdido la razón.
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Si nos remontamos a los inicios de esta crisis, la repatriación del padre Pajares, nos podríamos formular toda una serie de preguntas y planteamientos que quizás nos ayuden a reflexionar:
1. El auténtico drama es que debido al ébola están muriendo personas. Da la impresión de que porque esas personas son de piel negra la cosa no iba con nosotros y hasta que la enfermedad no ha llegado a Europa o a América nos importaba una mierda lo que allí pasara.
2. También da la impresión de que la vida de un cura no vale nada. ¿Qué hubiera pasado si en vez de ser un misionero el contagiado hubiera sido un cooperante perteneciente a una ONG? ¿O si hubiera sido nuestra hija o nuestra hermana? ¿Nos hubiera parecido bien que el gobierno le dejara morir a miles de kilómetros?
Hay que recordar que otros países como Reino Unido, Francia, Alemania y Noruega también han repatriado.
3. Una vez que se ha producido el contagio de la auxiliar de enfermería y que ha quedado claro que han existidos fallos de protocolo, ¿deben dimitir cargos políticos o también hay que pedir responsabilidades a los profesionales que tenían que supervisar esos protocolos? ¿Y si se demuestra que se trató de un accidente?
Si Ana Mato tiene que dimitir que dimita, pero cuando se aclare todo este tinglado y se sepa qué partes fueron fallos políticos, cuáles técnicos y organizativos y cuáles fallos humanos. Antes, que apechugue con su parte de culpa. Incluso que dimita el Consejero de la Comunidad de Madrid por acusar de mentir a la enferma. ¡Aunque lo pienses, no lo digas coño!
4. ¿Está en su sano juicio una sociedad que valora más la muerte de un perro que la de las personas? ¿Dónde estaban todos estos defensores de los animales cuando se sacrificaron miles de bóvidos debido a todo el tema de las vacas locas? ¿Cuántos de éstos estaban dispuestos a llevarse a Excalibur a vivir con ellos, cuidarlo y amarlo? ¿Qué hacen que no van a impedir la matanza de liebres y perdices los domingos de caza?
Existen teorías en contra y a favor del contagio de ébola de los perros, y quizás ante la duda, lo más prudente ha sido hacer lo que se ha hecho. A este respecto, Juan José Badiola, presidente del Consejo General de Veterinaria, abogaba contundentemente por aislar y estudiar al perro y criticaba duramente su sacrificio. Apenas 12 horas después, el mismo Badiola cambiaba su criterio y decía entender que la Sanidad madrileña hubiera optado por el sacrificio como "principio de precaución"
5. ¿Está sana mentalmente una sociedad que cuando salta el caso del contagio se dedica a colgar bulos en la red y a mentir sobre supuestos contagios donde no los hay, aumentando la alarma social? ¿Debemos reír la gracia de Ada Colau cuando dice en Twitter que Ana Mato pretende un "exterminio encubierto" por el caso de ébola en Madrid?
Esperemos que cuando la señora Colau logre la alcaldía a la ciudad de Barcelona no tenga que torear jamás un toro como el que se está toreando ahora.
6. ¿Qué hubiera pasado si en vez de ser Arturo Pérez Reverte el que dijo en Twitter que había que sacrificar a Ana Mato lo hubiera dicho Miguel Arias Cañete de una ministra socialista? ¿Dónde están las feministas para defender la dignidad de la mujer?
Por muy inteligente que sea Pérez Reverte, quizás en esta ocasión se ha columpiado un poco y no todo vale en esta vida.
7. ¿Estamos dispuestos, al igual que ya ha hecho Inglaterra, a enviar tropas militares para, que sobre el terreno, trabajen para erradicar los focos de ébola? ¿O como se trata de una guerra contra una enfermedad también escucharemos el NO A LA GUERRA?
Seguro que hay muchas más preguntas que hacernos, pero con estas ya vamos servidos. Puede que todos estemos un poco contagiados de un ébola mental.