Dos de los cinco toros lograron entrar en el coso de Portillo en el segundo encierro campero

De los cuatro astados que junto a seis bueyes salieron de los corrales del Comeso, únicamente dos entraron en la plaza de toros de Portillo sobre las doce del medio día. Los otros dos tuvieron que ser capturados por la organización.

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Al igual que en el encierro del sábado, nuevamente se produjo una salida rápida de los corrales del Comeso, si bien, y a diferencia del primer día, los toros no salieron agrupados y en idéntica dirección sino que cada uno tomó un camino diferente: el primero salió hacia los pinares que rodean el corral, uno negro junto con un grupo de caballistas tomó la dirección de la Explanada, uno colorado llegó, junto a no más de media docena de caballistas, a las tierras situadas a la espalda del castillo donde realizó diversas carreras detrás de los jinetes y únicamente uno negro se mantuvo en el grupo principal con la media docena de cabestros , rodeado de los caballistas y parado durante unos quince minutos.

El que se dirigió a la  Explanada fue conducido hacia la cuesta La Empedrada y entró al casco urbano de Portillo recorriendo las calles de arriba a abajo, provocando las carreras de los que se encontraban en esa zona y embistiendo talanqueras. Finalmente y cuando se encontraba a escasos 50 metros de la plaza de toros, retrocedió sobre sus pasos hasta quedarse en la zona del BBVA donde volvió a portagonizar diversas embestidas. Al rojo se le consiguió unir al grueso de caballistas, bueyes y al otro toro negro y ambos iniciaron una carrera siempre por delante de los mansos en dirección a la Explanada donde permanecieron durante largos minutos. Allí el rojo embistió a caballistas y cortadores y hasta llego a bajar en varias ocasiones a la carretera segovia y a la carretera de La Pedraja lo que ocasionó alguna escena de pánico entre los presentes en la zona. El negro mientras, descansaba plácidamente acoplado metros más arriba de la ladera entre unos matorrales. Un grupo de caballistas consiguió hermanar a este último con los cabestros e iniciar el ascenso por la Empedrada hasta las angostas calles de Portillo donde estos entrarían en la plaza y el novillo se uniría al astado ya presente allí. Tras largos intentos, idas y venidas por las calles, y subidas y  bajadas de una pareja de bueyes, a eso de las doce del medio día, los dos toros entraban en la plaza. Mientras tanto, efectivos municipales se encargaron de capturar al toro negro de los pinares y al rojo de la explanada dando por concluido el festejo.

En la parte de sucesos no hay que lamentar ninguna cogida. Únicamente hubo que atender a un joven que sufrió una herida en la cabeza al ser golpeado por uno de los barrotes de los burladeros del encierro urbano cuando embestía uno de los ejemplares de Simón Caminero.