“Calma tensa con optimismo e incertidumbre”, las claves de la economía de Castilla y León

  • De Margarida: “la economía de Castilla y León se encuentra en un momento de calma tensa, que invita al optimismo, pero afronta un futuro lleno de incertidumbre”

 

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En la mañana de ayer martes, el Servicio de Estudios Económicos (ECOVAEstudios) presentó el Observatorio Económico de Castilla y León correspondiente al tercer trimestre de 2022, así como las perspectivas para el año 2023, el cual ha concluido que la coyuntura económica de la región se encuentra en un momento de “optimismo e incertidumbre máxima que exige prudencia y cautela”, tal y como ha expresado su director Juan Carlos De Margarida.

En palabras De Margarida, “la coyuntura económica de Castila y León se encuentra en un momento de calma tensa donde las variables económicas positivas y negativas están compensadas, ya que el PIB disminuye, pero no llega a ser negativo; la industria se mantiene, pero disminuye considerablemente sus márgenes; el empleo es estable, pero va perdiendo fuerza; y la confianza de las familias y de las empresas disminuye muy lentamente. Todo ello se sustenta en una realidad con grandes dudas y altos niveles de incertidumbre, donde cualquier cambio en el ámbito socioeconómico a nivel internacional puede modificar drásticamente todas las previsiones a peor y, en el mejor de los casos, a mantenerlas en un periodo mayor de tiempo de lo inicialmente esperado”.

Durante su intervención, el director de ECOVAEstudios afirmó  que “los indicadores económicos sitúan a Castilla y León ante un doble escenario de decrecimiento contenido y de debilitamiento económico generalizado debido a la conjunción de una serie de variables que crean incertidumbre: caída de la demanda, de la inversión de las empresas y de las exportaciones, o bien el deterioro de la confianza de familias y empresas, entre otras y que junto el debilitamiento de la economía mundial, la crisis energética, el encarecimiento de los suministros y la guerra en Ucrania, apuntan hacia una ralentización de la economía sin visos claros de poder pararla en el año 2023, y con un estancamiento económico en el 2024”.

Para estimular el crecimiento económico de la región De Margarida comentó que “existe la necesidad urgente de reducir la inflación con reformas estructurales y una política fiscal coherente, reducir la dependencia de China diversificando las cadenas de suministro, incrementar la eficiencia energética o disminuir el gasto público entre otras acciones”. Además, añadió que “las medidas que se implementen para contener la inflación y el decrecimiento económico han de ser de carácter temporal para no incrementar el déficit estructural”.

A pesar de ello, el Observatorio ha arrojado unas “señales que aportan optimismo a la actualidad siempre y cuando se actúe con sentido común y rigor en la gestión de los recursos, ya que en la actualidad el decrecimiento de la economía regional se está ralentizando gracias a su fortaleza económica frente a la crisis energética, la elevada inflación y la subida de tipos por el BCE”, a lo que hay que añadir variables favorables que ayudan como “un IPC más contenido debido a las subidas de salarios por debajo de la inflación, una estabilización de los costes energéticos, una relajación de la política Covid-cero en China, un ahorro acumulado en la pandemia, un incremento de ingresos públicos e incluso un buen comportamiento del consumo y del empleo”.

A modo de conclusión, De Margarida ha pronosticado que “a pesar de que las variables analizadas muestran una visión de optimismo, debemos señalar que esta calma económica en la región es muy dudosa, ya que puede anticipar una gran inestabilidad socioeconómica originándose, junto con la desaceleración del 2023, una recesión técnica pasajera, aunque al final del año el PIB sea positivo. Ante esta realidad, contamos con una ventaja: tenemos tiempo suficiente para ajustar nuestra economía y encaminarla por la senda del crecimiento”.

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