Alexander Mena, coordinador de Protección Civil en Aldeamayor: “Es muy triste tener que dar el pésame a alguien que ha perdido a un ser querido a metro y medio de distancia”

  • La agrupación de voluntarios de PC de Aldeamayor lleva un mes sin descansar realizando labores que van desde la desinfección de calles y espacios públicos al reparto de pedidos en domicilios de personas que están pasando la cuarentena

Mena entregando material en una de las residencias del municipio.

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Ayer se cumplió un mes desde que el pasado 14 de marzo se decretó el estado de alarma en nuestro país consecuencia de la crisis sanitaria provocada por el COVID 19 y de que, debido a ello, vivamos confinados en nuestros hogares, limitando nuestras salidas y esperando el día en poder retornar a la normalidad o al menos a algo lo más aproximado a lo que entendemos por normalidad.

De entre los colectivos que durante este tiempo están al pie del cañón  los que más visibles están siendo en los municipios de nuestra provincia son las agrupaciones de voluntarios, ya sean de Cruz Roja o de Protección Civil.

En Aldeamayor de San Martín la asamblea local de Protección Civil lleva trabajando desde el mismo día en que se declaró el estado de alarma. Aunque su vertiente más mediática está siendo la de las rondas hacen que por las calles para felicitar a niños que cumplen años o para animar algunas horas del día con animadas canciones, sus labores van más allá. 

Los días previos a la proclamación del estado de alarma, los voluntarios de la agrupación realizaron trabajos de desinfección a pequeña escala, con mochilas, en determinadas zonas del pueblo. Una vez que se declaró el estado de alarma se ampliaron estos trabajos y solos, armados con una bomba, o asistidos por los bomberos de la Diputación de Valladolid, en un par de ocasiones, esos trabajos se han intensificado desinfectando los lugares cada dos o tres días lugares como tiendas y comercios y todos los días los cajeros de las entidades bancarias, explica el responsable de la agrupación, Alexander Mena Vega.

Además se está realizando un control de acceso a los supermercados, por ser los puntos de más afluencia de personas del pueblo; se ha colaborado en el reparto de material sanitario dotado desde la Junta de Castilla y León en las dos residencias de ancianos que hay en la localidad; y se está ayudando a las familias que tienen a alguno de sus miembros infectados con el COVID 19 llevándoles los pedidos que han hecho en las tiendas a sus domicilios para que ellos puedan cumplir con la preceptiva cuarentena. Mena reconoce que esta parte, sobre todo cuando la tienes que realizar con la familia de alguien que ha fallecido, como es el caso de Jorge Gregorio Sanz, es “la más desagradable y la más triste al ni siquiera poder dar un abrazo a quien está padeciendo tanto dolor y tener que darle el pésame a un metro y medio de distancia. Es algo que te traes a casa”.

A pesar del mes que ha pasado desde que se restringiera la circulación, aún se cruzan con personas que “se hacen el ‘longis’ y te dicen que ellos no tenían ni idea de que no se podía circular”. Afortunadamente, añade, son los menos. Lo que sí que se está dando es la situación, convenientemente justificada, de algún adulto que transita acompañado de algún niño como casos de padres divorciados.

No cabe duda que esta crisis sanitaria ha hecho que los cuatro componentes que tiene actualmente la agrupación, tres vecinos de Aldeamayor y otro de Tordesillas, hayan tenido que modificar no sólo sus protocolos de actuación, en cuanto a seguridad personal, sino el tipo de actuaciones que desarrollaban. De labores de organización y control de circulación en grandes eventos se ha pasado a las de control de la circulación individual de los vecinos en estas especiales circunstancias, a los trabajos de desinfección en la vía pública o para que animen los cumpleaños de cada día más niños de la localidad. “Por lo general –explica Mena- la gente te agradece la labor que estás haciendo por la tranquilidad que ello aporta para los vecinos si bien es cierto que hay algún caso en el que se nos ve como a unos mindundis. Personalmente me siento muy orgulloso del trabajo que realizan mis compañeros y de que mayoritariamente se aprecie el trabajo que hacemos por los demás. Compartir la sonrisa o las lágrimas de emoción de un niño cuando le felicitas megáfono en mano, te da ánimos para levantarte al día siguiente para seguir cumpliendo con tu trabajo, aun cuando llevamos un mes sin parar”.